UN OASIS SIEMPRE VERDE

Un jardín para toda la familia: juntos pero no revueltos

Con una mesa para los mayores, otra para los niños y un banco junto a la casa, este jardín invita a vivir fuera todo el día

Natàlia Bosch

Periodista especializada en decoración

Actualizado a 20 de agosto de 2021, 12:49

Está a solo media hora de Barcelona. Cuesta creer que en menos de 30 minutos pases de una bulliciosa y ruidosa ciudad a un silencioso oasis de paz. Y es que es poner un pie en este jardín y olvidarse al instante del urbanita ritmo a contrarreloj. Aquí los tempos los marca el sol, con su salida y puesta al anochecer.

Desde la primavera hasta bien entrado el otoño, este oasis verde es el centro de reunión de la familia. De toooda la familia. Porque con un jardín así, ¿quién se resiste a no venir? Primos, sobrinos, tíos y amigos se apuntan a la primera de cambio a pasar los fines de semana en esta casa. Los peques, correteando por el césped siempre verde, jugando al escondite por los rincones de la finca o trepando por la higuera; y los adultos, charlando sin prisas en sobremesas que se alargan hasta bien caída la tarde. Y es que en este jardín, todos tienen su espacio.

Con zonas para compartir y relajarse

El banco de madera de la fachada, con una colchoneta y dos cojines, es el rincón más fresco de todo el jardín. Protegido del sol por una parra que trepa por una improvisada pérgola, es el lugar perfecto para leer a la sombra o explicarse las confidencias mientras los peques corren a sus anchas. En la distancia, pero con una visión panorámica de todo el jardín, está el comedor de los adultos. Sí, sí, porque los peques también tienen su propio espacio.

Para que fuera más cómodo, la zona del comedor se pavimentó con unas baldosas que, además, aseguran la estabilidad de la mesa. Para dar cabida a todos, se ha optado por una mesa muy amplia, que se ha completado con unas confortables sillas de ratán. Son tan cómodas que aquí las sobremesas se alargan hasta el anochecer. Desde el comedor se tiene una buena visión de la zona de juegos de los niños, que se ha organizado bajo la frondosa higuera. Así, aún estando en la distancia y disfrutando peques y adultos de su propio espacio, nunca se les pierde de vista.

El territorio de los peques, a la sombra de la higuera

Fueron los más pequeños de la casa los primeros en elegir su espacio en el jardín. Y no lo dudaron, vieron la higuera y se la pidieron. La “colonizaron” de inmediato convirtiéndola en su patio de recreo particular. Sus ramas, fuertes y bajas, son ideales para trepar por ella sin problemas. Y su sombra permite alargar las horas de juego durante los meses más calurosos del año.

Una pequeña mesa redonda de hierro y unas divertidas sillas de colores sirven para desayunar, comer y merendar. Pero también para dedicar una tarde a las manualidades o para personalizar la mermelada casera que han hecho con la ayuda de los mayores. Y para que quede constancia de que se trata de un espacio donde la imaginación y la creatividad campan a sus anchas, las ramas de la higuera se han decorado con una guirnalda de banderolas de llamativos colores.

¿Uno de nuestros rincones favoritos? El banco de piedra junto a la fachada. Si también te apasiona no te pierdas esta galería de fotos con pequeños paraísos de exterior en los que perderse.

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