MUJERES

Hablemos de la palabra ‘maruja'

Soy Carolina González Miranda, subdirectora de El Mueble, y hay un tema del que quisiera hablar con vosotras. Existe una palabra muy típica en España, que va más allá del concepto 'ama de casa'. Es el término 'maruja', sin equivalente en los países de nuestro entorno, la manera en que llamamos a nuestras madres y nuestras abuelas. ¿Qué hay detrás? ¿Por qué la usamos despectiva y jocosamente? He hablado con tres expertas para reflexionar sobre ello y os invito a debatirlo

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Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra "maruja" quiere decir: "Mujer que se dedica solo a lastareas domésticas y a la que suele asociarse a ciertos tópicos como el chismorreo, la dependencia excesiva de la televisión".

El verbo "marujear" está admitido por la máxima autoridad de la Lengua y significa: "Hacer lo que se considera propio de marujas o de marujos". Esto es (siguiendo la definición primera), chismorrear, limpiar y ver la televisión.

Tras la definición 'oficial', va la pregunta: ¿conoces a alguien que se parezca a esta definición? (en mi caso, sí, mis tías, mis abuelas). Y luego: ¿La quieres? ¿Su cuidado hace tu vida mejor? Mi respuesta es 'sí, las quiero'. Entonces, ¿por qué las llamas 'marujas', un término jocoso y despectivo? Como dice mi hijo pequeño: ¿te gustaría que se rieran de ti?

¿Qué connotación esconde la palabra 'Maruja'?

"La maruja no solo es la que limpia y cocina, ser maruja también es ser mojigata, antigua, cotilla, hay un montón de estereotipos negativos y profundamente injustos asociados a las marujas", nos explica Nerea Pérez de las Heras, periodista y autora del libro 'Feminismo para torpes'. "Las marujas son las que limpian, cocinan, cuidan a enfermos, ancianos, niños y dependientes gratis. No hay un equivalente masculino a las marujas, porque las personas que constituyen el andamio invisible sobre el que se sustenta nuestra manera de vivir son mujeres", prosigue Pérez de las Heras.

Entonces, ¿por qué, si son quienes nos cuidan (o ¡cuidado! nosotras ya hemos llegado a ser esas cuidadoras y cocineras de la familia), las llamamos con un término peyorativo? "En nuestra sociedad ha existido siempre una gran brecha en el acceso a determinados roles y empleos por parte de hombres y mujeres, reservando para ellos los lugares de poder económico, social, político, institucional, académico.. y para ellas el ámbito doméstico. Además, la brecha se agranda aún más porque existen grandes diferencias entre el valor que se da al trabajo masculino y al llamado femenino, devaluando sistemáticamente el segundo. Así, todos los trabajos relacionados con el hogar, la limpieza o el cuidado de hijos, enfermos, familiares.. son trabajos que realizan las mujeres y, en su mayor parte, no son remunerados", apunta la psicóloga Violeta Alcocer, especializada en autogestión emocional para mujeres. "El término maruja se refiere de forma despectiva a una mujer que asume este rol, reflejando así el sentir popular respecto a estas tareas, que son consideradas de menor categoría y perpetuando inconscientemente el estigma de la devaluación de la mujer", remata Alcocer.


"Que no exista equivalente masculino es algo a reflexionar. En mi espacio de trabajo hay un portero que se reúne todo el día con otros porteros de la misma zona. Chismorrean, fuman, extienden rumores, se meten en la vida de los demás ¿a qué figura están asociadas estas costumbres? A la de la portera. Si yo les dijera "sois unos porteros", me contestarían que evidentemente, si les dijera que son unas porteras entenderían que se trata de un insulto", añade Pérez de las Heras.

"No te ofendas, ¡es un chiste!"

Y ahora es cuando decimos "bueno, es un chiste, ¡no pasa nada por reírse!", pero Nerea Pérez de las Heras nos dice que de eso nada: "La connotación es despectiva, aunque el tono, habitualmente, sea jocoso. Muchas veces las agresiones se disfrazan de broma o de comentarios inocentes. Llamar a una mujer 'maruja' forma parte de un gran entramado de conductas que denominamos micromachismos, porque son aparentemente inofensivas pero, para la persona que las recibe son limitantes y humillantes. Pueden resultar simpáticas e incluso ser asumidas por la propia mujer hacia la que van dirigidos como parte de su autoconcepto, pero esconden y reflejan un abuso de poder porque desvaloriza la acciones de otro ser humano (en este caso, un ama de casa) y etiqueta de forma negativa un trabajo que suele ser , por el contrario, extremadamente generoso e invisible".

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), 3.298.800 mujeres dedican su jornada diaria al cuidado de su hogar y de los hijos. El número ha descendido en los últimos años (en gran parte por la crisis económica, que ha empujado a muchas mujeres al mercado laboral) y es verdad que muchos hombres han aumentado su presencia en casa como responsables de las tareas domésticas y cuidados de los hijos (se declaran 'amos de casa' unos 360.000, frente a los 100.000 de hace 17 años), pero la cuestión es: ¿les llamaremos 'marujos' a ellos con la misma connotación que a nuestras tías, abuelas y madres? "Es importante revisar nuestro lenguaje para que sea más justo e inclusivo. Esto implica revisar si a la persona a la que nos referimos como 'maruja' le gustaría tener otro tipo de reconocimiento y si realmente merece ser tratada, aunque sea en broma, de una manera despectiva", concluye Violeta Alcocer.

"La palabra 'maruja' es un estereotipo social y los necesitamos a nivel mental para entender el mundo. Los estereotipos nos sirven para categorizar y entender la sociedad", explica la también psicóloga Noelia Sancho. "Pero la sociedad cambia, la forma de pensar cambia y el lenguaje tiende a cambiar también. Y los estereotipos cambian con todo ello, aunque muy despacio. Lo ideal es fijarnos cuáles usamos y evitar los despectivos. De esa manera, tarde o temprano acaban desapareciendo", explica Sancho.

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