Casas urbanas

Una casa azul y blanca en la Costa del Sol

Carolina González Miranda

Periodista especializada en decoración. Directora adjunta de El Mueble

Actualizado a 18 de enero de 2022, 10:26

Blanca por dentro y azul (y blanca también, en honor a la verdad) por fuera. La casa, levantada sobre el Mediterráneo y en la Costa del Sol, es una gozada. Está construida en forma de U, rodeando la piscina de aguas azulísimas y vaso casi cuadrado de gresite. También cuenta con dos porches gemelos semicubiertos con poderosas vigas de madera y uno tercero central. Y no me extiendo más porque lo podéis ver vosotras mismas en las primeras fotos, las que nos muestran la fachada y los exteriores. Estaréis de acuerdo conmigo: son absolutamente encantadores, con ese punto de construcción mimada al detalle que le da una apariencia de escenario de cuento con final feliz. Muros blancos y ventanas y contraventanas azul intenso, azul mar, azul piscina, azul agua. En el interior son los colores neutros los que vencen, y se encargan de repartir paz y relax a toneladas. Las paredes y techos están pintados en un suave tono vainilla, y las ventanas y puertas, las mismas que son azules por fuera, están lacadas por dentro en un blanco radiante. Ese contraste entre interior y exterior se hace especialmente evidente (y con un impacto brillantísimo) en el pabellón destinado a comedor. Abrid las dos fotos y comprobaréis el contraste tan efectista entre el exterior de un azul potentísimo y el espacio interior blanco a rabiar, con tan solo la licencia de las baldosas hidraúlicas del suelo en tonos azulones (unas baldosas, por cierto, que simulando un formato de alfombra, se extienden también en la cocina). Es como el haz y el envés de una misma hoja, el derecho y el revés de un tejido, la cara y la cruz de una moneda. Un recurso decorativo sorprendente que marca esta casa de una manera espectacular.

Pero hay más que esa conseguida oposición entre interior y exterior. Más también que esa espléndida distribución constructiva en U. Sus espacios están cuidados con la mayor delicadeza y sensibilidad, y la aplicación de los colores es de auténticos profesionales. Los suelos son de roble en las dos plantas (excepto, ya queda dicho, en la cocina y el comedor), la escalera juega con el blanco y el color madera del roble (exacto a las tablas de la tarima) en los peldaños, en la barandilla y en el pasamanos. Y el mobiliario se ha elegido con acabado blanco. Tanto en las mesas, mesitas auxiliares y lámparas como en las tapicerías de sofás, butacas y hasta la ropa de cama. Envueltas en la atmósfera acogedora creada por el tono levemente amarillento de techo y paredes, las habitaciones nos contagian de su sosiego y dan una gran sensación de tranquilidad. También hay color, y mucho, en la cocina, gracias al papel pintado y al suelo, un color optimista y alegre pensado para acompañar al trabajo diario. Pero triunfa sobre todo el color vainilla, suavísimo, que sube hasta el dormitorio abuhardillado sobre el mar (fijaos qué vista tan maravillosa desde la terraza). Tonos apacibles, tan inductores al sueño como ese cabecero inspirado en el respaldo de un sillón orejero que, solo con verlo, nos conduce directo a las largas siestas de verano de cuando éramos niños. Más plácidas todavía ahora, en esta habitación sobre el azul del mar.

Más Sobre...

Piscinas
Rechazar y suscribirse

Si quieres actualizar tus preferencias de consentimiento haz click en el siguiente enlace