"Solo hay hombres en mi vida: marido, hermanos y niños, todos varones. Y mis hijos ya no son pequeños, así que quería que se sintieran muy cómodos", nos cuenta Sofía, la propietaria de este piso en Barcelona. Quería que su colección de antigüedades conviviera en armonía con los gustos comedidos de su marido, Eduardo, y sus dos hijos, ambos ya en la universidad. Para llegar a un pacto decorativo, hizo de mediadora la interiorista Jeanette Trensig, de Cado.
"Buscaban un aire cálido, pero no femenino. El único sitio con un toque más dulce y romántico fue el dormitorio matrimonial, ahí cedió el marido", explica Trensig. El resto de la casa tiene una atmósfera sobria, pero audaz. "El salón es muy atrevido, de un gris oscuro casi negro que impacta a los recién llegados", prosigue la decoradora. La primera vez que vieron la casa, les recordó a un club de caballeros inglés del siglo XIX y trataron de preservar ese estilo.
Como en aquellos clubs, aquí los amigos siempre son bienvenidos. Y todos alucinan con un detalle en concreto: la colección de soperas antiguas de Sofía, para las que Jeanette ha diseñado unos estantes con tiras de led que las iluminan. "Mi madre me regaló una sopera de mi bisabuela. En el viaje de novios cayó la segunda y, desde entonces, todo el mundo me trae alguna de sus viajes. Tengo más, pero no las puse todas: creo que las cosas lucen más cuando respiran", confiesa.
Sofía tiene mucho instinto para la decoración, ¡y nos da grandes consejos! "Soy muy ordenada y, al ordenar, decoro. Si buscas simetría provocas automáticamente belleza. Todo lo que haces con cariño, con entrega y con tu tiempo es un lenguaje de amor". Jeanette ya nos había advertido: la propietaria de la casa tiene mucho instinto para lo bello. Es una apasionada del arte y de la restauración: ella ha lijado, decapado y/o recuperado muchas piezas preciosas, como la pajarera y las sillas que vemos en el comedor.

De hecho, tanto ella como su marido aportaron grandes ideas. Por ejemplo, que la tarima del suelo de la cocina subiera a la pared y creara un arrimadero, una propuesta de Eduardo. "Como 'amateur', sientes cierta inseguridad cuando cuentas tus ideas a un profesional, pero Jeanette las ratificaba, las hacía realidad y les daba ese toque tan suyo", añade la propietaria. La decoradora confiesa su punto fuerte:"Mis clientes me dicen que sus casas no pasan de moda. Después de 10 años, siguen haciéndoles felices". Así sucederá en esta casa, el club de caballeros más bonito del mundo.