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¡Bienvenidos!

 Carlos y Gerard son los dueños de esta casa. Los dos son decoradores y buscaban una casa en un pueblito en la Serranía de Ronda, en el Valle del río Genal. Ahí se enamoraron de esta finca de cuatro hectáreas con árboles frutales y olivos de más de 300 años. En la pared, a ambos lados de la puerta, platos de cerámica de Alfarnate y macetas con aspidistras.

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Una casa con un look muy natural

 “La restauración de la casa fue hecha con mucho respeto por el medio ambiente”, nos cuenta Carlos. Dieron prioridad a los materiales naturales, para lograr ese look sencillo que les apetecía. Sillas y mesa de hierro inglesas y cojines de Meridiana.

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Un porche de contrastes

 Las sillas modelo Panton blancas son de Casa y Campo. La mesa de madera y hierro fue realizada por el propietario.

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De antigua alberca a piscina

 La alberca fue transformada en piscina y se le añadió la caída de agua. Farolillos de El Trastero de Macarena.

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El gusto de comer al aire libre.

El mantel es de Zara Home, las tinajas de Meridiana y la vajilla, de Becara.

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El comedor da al patio

La casa mide 110 metros, repartidos en dos plantas. Respetaron la estructura y las paredes con sus materiales originales. En el comedor, mesa de pino es de un anticuario holandés. Mantel de Zara Home.

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Un patio muy andaluz

 “Nos encantan el patio y el porche. Recibimos muchos amigos y generalmente nos reunimos aquí con ellos”, cuenta Carlos, “y con el buen tiempo el disfrute es máximo”. El patio, muy andaluz, está lleno de plantas en macetas. Jarra y vasos de Becara y sombrero de Zara Home.

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Madera y verde para el patio y el porche

 El porche, donde hacen mucha vida, es su rincón preferido. “Elegimos todo en blanco y verde, en sintonía con la naturaleza”.

9.

Renovada poco a poco

 “Lo primero que hicimos fue reconstruir el techo y diseñar la chimenea. Los suelos se hicieron nuevos. La parte de abajo, donde tradicionalmente había un establo, se convirtió en un espacio habitable”, explican los propietarios. El sofá es de Becara y los cojines, de Meridiana. La butaca con puf de ratán es de Becara, igual que los objetos de la mesa.

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Encontrar la casa no fue fácil

“Vimos muchas viviendas que se anunciaban como reformadas, pero que habríamos tenido que tirarlas enteras para ponerlas a nuestro gusto. Hasta que dimos con esta", dice Carlos. Optaron por dejar la cocina abierta al comedor y el salón. El mobiliario es de Saimara Cocinas. La encimera es de Silestone y las macetas de Teklassic.

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Un comedor con vistas a la sierra

 Sillas y consola de un anticuario holandés. Lámpara, boles y fuente de DM Interiors. Los cuadros de la casa son de Carlos.

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Un dormitorio fresquito y acogedor

La ropa de cama es de Loani y los cojines son de Meridiana. La manta es de Zara Home.

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En la intimidad.

Los porticones matizan la luz en el dormitorio. Mesa de DM Interiors.

Carlos y Gerard son decoradores (Carlos también es pintor). ¡Eso ya nos dice que empezamos bien! Venían de vivir juntos en la abierta y siempre vanguardista Ámsterdam. Gerard es holandés, y Carlos llevaba 25 años allí. Y, claro, no querían ni oír hablar “de casas atiborradas. No quería saber nada de muebles viejos ni cosas inútiles por medio”, nos cuenta un divertido Carlos. Venir de la ciudad más moderna de Europa es lo que tiene.

Miraron casa en el norte de Italia, en el sur de Francia, en el Empordà… Hasta que finalmente lo hallaron: su paraíso, su destino. Un pueblito en la Serranía de Ronda, en el Valle del río Genal. Ahí se enamoraron de esta finca de cuatro hectáreas con árboles frutales y olivos de más de 300 años. ¡Enseguida se dieron cuenta de lo felices que iban a ser aquí!

Han pasado 16 años y, poco a poco, han ido haciendo la casa cada vez más suya. Sencilla, natural, “con pocos muebles, algunos de diseño, otros restaurados, que hemos encontrado por ahí”, pensada como un hogar “para disfrutar”. ¿Los colores? Blanco y verde, “en sintonía con la naturaleza”.

Son dos hombres. Ronda. La sierra. Una casa. Un destino.