Una preciosa casa rústica para una familia en el Pirineo

"Ahora es una casita ideal", explica Pia Capdevila. "A pesar de sus pequeñas dimensiones, hemos conseguido espacios cómodos y acogedores que reflejan la decoración y los materiales típicos de la zona". Uno de los cambios más importantes fue apostar por un gran ventanal fijo para mejorar la entrada de luz.

En la planta baja había una habitación con literas, una cocina cerrada y un salón. El objetivo de Pia Capdevila ha sido hacerla diáfana, muy abierta y cómoda. La familia se compone de 5 miembros y, como es lógico, la zona de día es la más importante para ellos.

Y así consiguieron una habitación de invitados. Dejaron el espacio de salón y cocina abiertos. 

Pusieron una pequeña península que sirve como barra, espacio de trabajo y ofrece almacenaje extra. La cocina es blanca para integrarse mejor con el salón.

Pia ha apostado por el color piedra en las paredes de lama de madera, pintadas con esmalte. El techo de madera original gana así mucho protagonismo y la chimenea vuelve este rincón aún más acogedor.

¿La clave de los muebles? Madera, madera, madera.

Tiene una distribución en U, con armarios de estilo rústico y unos tiradores de concha, perfectos para una casa de montaña.

Las paredes que tienen vistas están pintadas con un tono verde agua con base gris, a juego con el estor y la ropa de cama. Un pequeño armario a medida sirve de banco, con cojines.

Donde dormían 2, ahora duermen 3: antes de la reforma era una habitación doble con dos camas, y ahora cuenta con una litera y una cuna. Irá cambiando a medida que los niños crezcan, por lo que Pia ha modificado la ubicación del ventanal. Ahora está en un lateral para que sea un obstáculo cuando quieran colocar tres camas.

Al subir media planta, esta estancia ya existía como pequeño altillo sobre el garaje. Es la única habitación que han dejado como estaba porque la distribución coincidía con los intereses de la familia: ahora es la habitación de juegos de los niños.