Cuando los británicos Nick y Romy llegaron a Málaga en busca de una casa de vacaciones, nunca imaginaron el cambio que les esperaba. Por aquel entonces, la finca La Morera pertenecía a unos amigos que la utilizaban como huerto ecológico y que tenían incluso animales. La casa estaba en desuso y se había ido deteriorando con el paso de los años. Así que cuando decidieron comprarla –con la ayuda de la inmobiliaria Villas y Fincas–, optaron por hacer una reforma integral con un arquitecto de la zona, para no perder su esencia andaluza.