CON VISTAS AL MAR

Decoración clásica en una casa andaluza

Revocos color siena, balcones de forja, porche de cañizo con plantas trepadoras florecidas... Estamos en Andalucía y en un clima de excepción

Carolina González Miranda

Periodista especializada en decoración. Directora adjunta de El Mueble

Actualizado a 24 de septiembre de 2021, 12:27

La sierra en la que está enclavada esta casa afortunada es la malagueña: monte rocoso con vistas al mar. Vamos, todo un gustazo: olivos y pinos, algún ciprés rompiendo la horizontalidad... Bueno, no quiero dejarme llevar por eso de la vegetación, que me encanta, y tras este pequeño apunte sobre la señas de identidad de la casa, pasaré directamente a introducirme por el doble portón de madera maciza.

Aviso: estando como está rodeada de una naturaleza bravía, el interior es civilizado a más no poder, clásico, confortable, armónico y perfecto. Tan solo por el perfume penetrante de las plantas aromáticas, tan solo también por el paisaje que se introduce por puertas y balcones, o tal vez si husmeamos en la cocina, podemos caer en la cuenta de que estamos en pleno campo andaluz.

Artesanía en estado puro

Lo explico ahora. Pero antes, vaya esta advertencia: el recibidor, con el arranque de una escalera de obra (fijaos bien, es algo a copiar si tenemos la ocasión, porque al carecer de barandilla externa es visualmente ligera y tiene mucha gracia) da paso al salón, un espacio blanco, agradable y muy urbano con dos sofás enfrentados a cada lado de la chimenea y dos salidas gemelas al jardín. Buena idea ha sido la de dejar la madera a la vista en las dos librerías empotradas y rinconeras: ponen una nota cálida en esta habitación algo fría de tan geométrica y perfecta. Los suelos artesanales de barro cocido y las barras de cortinas de forja, aun teniendo un claro carácter rústico, se dejan envolver por la atmósfera clásica de todo el salón.

El refinamiento urbano se deja sentir, sobre todo, en las habitaciones del piso superior y de un modo espectacular en el hermosísimo baño al que no le falta detalle para ser perfecto. Con salida directa al exterior, ocupa un espacio tan generoso que ha permitido situar una bañera exenta en el centro, una ducha de obra de reminiscencias árabes, y dos lavabos encastrados en un delicado mueble de madera lacado en blanco. ¿Y esa grifería de la bañera? Esa grifería traída desde el país de origen de los propietarios, nos da una de las claves más reveladoras de esta casa, algo que he reservado para el final. Los dueños de esta casa son un matrimonio inglés con dos niñas que se instalaron hace unos años en la zona y decidieron comprar una casa. Esta casa. La pintaron de blanco, paredes, techos y carpintería incluida (os recuerdo: todo menos las librerías empotradas en las dos plantas), sacaron brillo nuevo al barro con aceite de linaza, y la decoraron a su gusto pensando en vivir en ella todo el año. Así que, por un lado, chimeneas en todas las habitaciones, sobre todo en los dormitorios, por si la calefacción falla, en el campo nunca se sabe, y por otro, comodidad y confort al estilo inglés, clásico y bien clásico, pero al mismo tiempo ligero y sencillo. Tan solo en la cocina se saltaron a la torera sus gustos tradicionales y aceptaron el estilo rústico, muy andaluz, de esos azulejos en verde llamativo. También pasaron por alto, y así las dejaron al descubierto, las vigas más rústicas del comedor y de algunas habitaciones de la planta alta: de otro modo sus amigos ingleses no se hubieran creído que la casa estaba en el sur de España.

Y en fin, para acabar, una consideración en voz alta. Y es que está muy requetebién aprender de lo ajeno, y así, en este caso, los propietarios isleños nos enseñan a los locales peninsulares que lo cortés no quita lo valiente, ni el campo más asilvestrado quita una decoración clásica y confortable.

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