Una casa en Menorca decorada en madera y blanco que cede el protagonismo a sus impresionantes vistas

Esta casa está inspirada en las típicas construcciones de campo menorquinas, con sus paredes encaladas, sus muros gruesos y sus contraventanas tan características de la isla. “El propietario es británico  y cuando deja Londres aparca la vida acelerada de la city y busca la informalidad, el relax y el contacto con la naturaleza”, nos explica Miquel Gomila, del equipo de Aquitania, responsables del proyecto de interiorismo.

Si las paredes encaladas en blanco son el color típico de las fachadas de la isla, también lo es el color verde oscuro de sus contraventanas, lo que crea un dúo refrescante y, a la vez, tradicional.

La gran mesa del comedor es de piedra, a juego con los bancos, pero resulta acogedor gracias a las sillas y las lámparas de fibras. 

Para aprovechar al máximo el entorno natural de esta casa, el comedor de verano se habilitó en el gran porche, desde donde disfruta de vistas al jardín e incluso se ve el mar. 

Tanto la gran lámpara de fibras como la mantelería, los cojines y hasta la vajilla potencian las súper vistas al Mediterráneo de la casa, ya que se han elegido en blanco y verde. El porche cubierto por cañizo blanco queda muy luminoso y acogedor.

La buganvilla, de llamativas flores rosas, es original de la casa. Trepa por
las paredes, pone color y también da una agradable sombra al interior. Al fondo el mar es ¡un espectáculo!

Dentro nos recibe un salón blanco, con decoración en blanco, madera y fibras naturales. Los sofás y las butacas tienen fundas de lino, un clásico del verano. La mesa de centro es de madera recuperada, con unas ruedas rústicas antiguas, un diseño de Aquitania.

“Los dueños querían que el entorno fuera el protagonista, que nada eclipsara las vistas. Por eso apostamos por un estilo muy sobrio y con mucho blanco, con solo algunos muebles llamativos, como la mesa de centro del salón”.

De nuevo, los muebles son modernos, con colores claros, muy discretos, para dar protagonismo a las vistas. La alfombra enmarca esta zona de estar exterior que lo tiene todo: sofá, butacas, mesa de centro, mesa auxiliar y hasta un bonito flexo de color.

“Ralph, el propietario, quería llegar a casa y ver el mar, pero la pared que separaba el recibidor del salón se lo impedía. Así que la derribamos. Para sostener la estructura de la planta, ideamos dos columnas que, a su vez, sirven de apoyo a la estantería y el mueble del salón”, explica el arquitecto José María Villalonga. Un mueble que, además, es tres en uno: “Sirve de separador y de barandilla, y a la vez da continuidad a la escalera, porque prolongamos dos baldas a modo de peldaño”, recuerda Miquel.

Las lámparas tanto del porche como del comedor tienen todo el protagonismo, por su tamaño XL y su diseño, la reinvención de un clásico. Es la lámpara de suspensión Fora, diseñada por Alex Fernández Camps y Gonzalo Milà para exterior.

Los muebles de cocina tienen un original acabado que simula el microcemento. Desde Aquitania destacan que se trajeron desde Inglaterra. 

Sin tiradores y con una superficie que imita el cemento, pone el contrapunto moderno a esta casa. La iluminación, con tres lámparas colgantes, se ha pensado para resultar cálida y para poder trabajar cómodamente en la isla.

Una cama con dosel es la gran protagonista del dormitorio principal, que se abre al exterior con una terraza con un techo de cañizo, a juego con el del comedor de verano, que garantiza una agradable sombra.

En los dormitorios la decoración sigue la misma línea que en el resto de la casa, pero es aún más sencilla, con un look casi monacal. “Las habitaciones debían ser muy simples, con pocas piezas y de líneas puras, que invitaran al relax”, explica Miquel. 

Blancas y de madera, ponen un toque rústico, esconden el baño y se integran genial con la decoración.

Las ventanas de guillotina son una herencia británica –Menorca estuvo bajo dominio británico durante el siglo XVIII– y son muy típicas en Menorca. En su momento, eran señal de estatus social.