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1.

Recuperar la memoria

La casa de nuestros abuelos es un territorio emocional. Amaia heredó este piso de su abuela y lo hizo suyo, pero sin perder cada instante vivido: "La ilusión de mi abuela era que yo viviera en esta casa –nos cuenta Amaia–. Ella fue como una segunda madre para mí, y cuando heredé su casa quise mantener lo máximo posible su estructura y conservar algunas piezas. Aquí está mi historia”. La historia de una madre joven, trabajadora, ¡surfera!... que se ha decidido a mirar no solo adelante, sino también atrás, a buscar entre sus recuerdos, a “encontrar la niña que fue”, como dice la canción.

Sofás, de Natalia Zubizarreta. Banco, de Zara Home. Lámpara sobre la cómoda, de Legrenier. Botes, de Kenay Home.

2.

Un piso con historia

“El piso es de principios de siglo XX y está en un edificio de Bilbao con solera”, cuenta la decoradora Natalia Zubizarreta, que se ha ocupado de darle una nueva personalidad, sin perder la esencia. 

Cojines del sofá, de Kenay Home y de Gancedo. Alfombra, de Laura Ashley. Mesita auxiliar, de Pratka.

3.

Lágrimas con mucho mimo

Amaia guardó todas las lámparas de su abuela, pero algunas habían perdido piezas. “Las he restaurado yo, porque descubrí un sitio de repuestos y uno a uno los he ido buscando”, explica. 

4.

La cómoda protagonista junto al sofá

En este piso lleno de encanto y de luz podemos encontrar preciosos tesoros vintage. Bellos "recuerdos con patas" que a la vez son prácticos y que se han actualizado gracias a la intervención de la interiorista. Uno de los más especiales es la cómoda que se encuentra junto al sofá. En una esquina del salón, aporta el toque acogedor de la madera, a tono con el suelo, es práctica para guardar y crea un rincón muy decorativo.

Cómoda, de Bazar.

5.

Todo detalle suma

Para hacer aún más acogedor el salón y darle además un toque de color –que combina con los textiles del sofá–, no puede faltar un jarrón de flores sobre la mesa de centro.   

Mesa de centro de enea decapada, de Pratka. Flores, de Ruiz de Ocenda. Soporte para velas, de Muy Mucho.

6.

Mesas con historia

Los tesoros vintage de Amaia cohabitan con piezas nuevas, clásicos del diseño contemporáneo, que le dan una nueva vida al espacio. La mesa de centro también tiene historia, así que nada de tirarla. La fibra y la madera tallada de la antigua mesa ponen el punto clásico, pero pintadas de blanco consiguen un efecto más moderno. 

7.

Una reforma que mantuvo la identidad

Natalia Zubizarreta ha sido la encargada de esta reforma tan equilibrada, en la que se ha recuperado la memoria, respetando ciertos elementos originales, sin renunciar a los toques actuales que describen a sus actuales propietarios. La librería de obra hecha a medida es una de estos detalles. “Amaia y su pareja querían conservar la identidad del piso, pero también un hogar que fuera como ellos, relajado”, nos cuenta Natalia. 

8.

Una fusión entre pasado y presente

La intervención realizada por Zubizarreta destaca por el respeto a los orígenes de la vivienda, un lugar con una gran carga emocional para sus habitantes en el que pasado y presente conviven en armonía. 

Butaca de Bazar, puf de Alasne Legarreta, lámpara de Pratka y estantería de Natalia Zubizarreta.

9.

Hacia el salón

Todos los espacios están conectados. La cocina y el comedor comparten estancia, mientras que el salón queda semiseparado por un tabique abierto y sin puertas. 

Mobiliario lacado en blanco brillo, de Desuka. Trona, de Micuna.

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Desde el comedor

Uno de los cambios más importantes fue abrir la cocina al salón. “La cocina da al interior, así que tiramos una pared, para que le llegara la luz. Quedó muy cómoda, con todo panelado para que no estuviera a la vista. Porque es lo primero que ves cuando entras y así queda más discreto”.

Lámparas de la cocina, del Estudio Natalia Zubizarreta. Latas, de Kenay Home. Encimera de Desuka, campana de acero de Pando y grifo industrial de Tres Grifería.

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En el comedor

Amaia quiso pintar todo de blanco, para ganar luz y que el suelo y la estructura de la casa lucieran más. En el salón, la estantería de Pladur a medida resulta muy práctica, “aunque la hicimos sin llegar hasta el techo, para dejar a la vista las molduras. Todo en el piso es una mezcla entre esa estructura con solera y detalles modernos en la decoración”, resume Natalia. Y los recuerdos, claro.

Mesa, de Maisons du Monde. Sillas, lámpara y alfombra, de Estudio Natalia Zubizarreta. Jarrón, de Original Country Bilbao.

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En la cocina

La idea en la cocina es que fuera “muy neutra, para que no tuviera protagonismo ella, sino el suelo de madera, una tarima en espiga original que Amaia luchó por conservar. La barra de desayunos, con taburetes y unas lámparas con cable de plancha, ponen el toque vintage y juvenil”.

Tartera de vidrio, botella y tabla de cortar, de Muy Mucho. Cuenco verde, de Bazar.

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Flores en el dormitorio

El dormitorio es sencillo y acogedor. Aunque¡ el cabecero está hecho a partir de una antigua puerta de armario pintada, no lo parece, ¿verdad? Y mantiene la misma esencia que el resto de la casa: un clásico actual que no ha perdido la esencia. 

 Funda, de Caravanne. Colcha floral, de Original Country.

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Un vestidor con el recuerdo de la abuela

Junto al dormitorio, el vestidor es tipo pasillo y abierto. Además, conduce al baño. Lo mejor, y otra de las piezas recuperadas en la reforma, es la puerta. Aunque ahora es corredera, en realidad es una de las originales de la casa.

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Microcemento parece...

En el baño, se revistieron las paredes y el suelo con un azulejo efecto hormigón pulido (de Apavisa), que imita al microcemento. Para compensar su efecto frío, se llevó la calidez mediante la madera del mueble de baño a medida.

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Un recibidor como los de antes

“En el recibidor, íbamos a poner un armario moderno. Pero cuando vi este, que era de la abuela de Amaia, dije ¡no! ¡Se queda! Lo pintamos parcialmente en blanco, con detalles en madera”, dice la interiorista.

Mesita al lado del sofá, de Bazar. Lámpara flexo, de Kenay Home.

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El armario que casi tiran

Y el resultado, aunque actual, no olvida sus orígenes. Las patas y el embellecedor superior se han mantenido en su color original. Y los tiradores también son los que venían en el armario. Para no perder su carácter, en vez de cambiarlos por unos nuevos, se pintaron como las puertas. 

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Una lámpara de araña para recibir

En el recibidor, también se encuentra una lámpara de cristal antigua restaurada. Es otra de las piezas de herencia de la propietaria que ha puesto en el recibidor, junto al armario antiguo que ha pintado de blanco. Una buena manera de que la casa te hable enseguida, nada más entrar, de su arrolladora personalidad.

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