Hay pisos a los que una reforma no solo les lava la cara, sino que los transforma en otros totalmente diferentes ¡Y mejorados! Y esto es lo que ocurrió con este piso de Barcelona, que pasó de ser una vivienda oscura, con una distribución anticuada y compartimentada, con muebles de caoba viejunos, a este pisazo moderno, lleno de luz y con espacios abiertos y cómodos para disfrutarlos en familia.
De hecho, del piso original solo se conservó una pieza: el escritorio del salón. "Y por razones románticas, porque era el escritorio de mi padre y para mí era un recuerdo que no tenía precio. Así que lo restauramos, lo pintamos en blanco y le buscamos su sitio en el salón. ¡Ahora es donde hago scrapbooking!”, explica Noemí, la propietaria de este piso que ha pasado de padre a hija.

UN PISO JOVEN
"El piso es perfecto.... ¡pero hay que reformarlo!"