Una casa mediterránea de ensueño para disfrutar de la naturaleza a las afueras de Barcelona

El primer paso fue meterle mano al porche, con una gran abertura a modo de ventana en la zona del comedor: “Así ganamos luminosidad y, a la vez, aumentamos la visibilidad del resto de la casa. Además, aprovechamos para crear un gran banco de obra de doble uso, porque está pensado también para poder poner elementos decorativos, como farolillos”, explica la interiorista Meritxell Ribé. 

La amplitud del porche permitió organizarlo en dos zonas: la de comedor y la de estar, con muebles ligeros "y con una paleta de colores que continúan la misma línea que en el interior, con tonalidades azules incluyendo los verdosos y los terracota". 

Las vistas no fueron el único motor de la reforma. De hecho, como explica la interiorista, se buscó, además, ganar espacios más abiertos donde la luz natural fuera la gran protagonista. Prueba de ello es el salón, con grandes ventanales al paisaje.  

Muebles de madera, suelos continuos de microcemento, fibras y textiles naturales y tonos suaves definen el estilo decorativo de esta casa: “Queríamos que fuera una gama cromática muy suave, que transmitiera confort y tranquilidad, dando el punto de color con los azules. El resultado es un estilo relajado y desenfadado, acorde con el entorno natural, creando una atmósfera mediterránea y muy acogedora”, sostiene Meritxell.

Con la reforma, se le dio un cambio a la zona de día, que se abrió para disfrutar de cuatro espacios diáfanos y, al mismo tiempo, bien diferenciados.

Por un lado, el estar, con un completísimo sofá rinconero para disfrutar de confortables tertulias con los amigos; el agradable rincón de lectura frente la chimenea, un coqueto comedor y la cocina. "Todas estas zonas se conectan de manera visual entre sí, se mantiene un diálogo donde no existe ningún elemento que obstaculice la visión", nos explican. Destaca el tragaluz ubicado en el techo, que ayuda a que la luminosidad sea mayor. 

El comedor, que ostenta una posición central en la organización de la zona de día, se planificó con una gran mesa de madera ovalada porque así "rompe con la dureza del ángulo recto que arrojaba el gran ventanal".  

Se aprovechó la reforma para abrir la cocina a la zona de día y, a la vez, se le dio una nueva imagen más actualizada: "Los propietarios tenían muy claro como la querían: debía ser de tonalidades claras y con tiradores de concha. Que tuviera un punto clásico pero a la vez que fuera atemporal". Dicho y hecho. 

Los mismos tonos sosegados que vemos en la zona de día se repiten, como un hilo conductor, en el dormitorio principal, donde la original pared del cabecero, que se ha revestido con papel textil de algodón, es la gran protagonista: "Era una manera de romper con lo convencional y, a la vez, dotar de sofisticación esta estancia siguiendo con los mismos tonos de toda la casa", explica la interiorista. 

La mesita con forma de escalera y el aplique ayudan a dar personalidad a la habitación y suavizan el fuerte efecto del papel pintado. Además, al ser de madera y color negro, destacan con calidez sobre el fondo gris. 

Los tonos presentes en toda la casa también se imponen en el baño en suite, donde se ha recuperado, en las paredes, el microcemento presente en la zona de día. Con una excepción: el frontal del lavamanos, que se revistió de cerámica. 

"Decidimos poner esta cerámica por la sensación del degradado del gris al blanco. De esta manera es como si la cerámica se uniera con el microcemento del lavamanos. Y la colocamos en espiga y a cartabón para darle versatilidad y romper con la pureza del revestimiento del resto de paredes", añaden.