Si solo pensar en el gotelé —sí, esa técnica de pintura al temple con acabado en grano— te sale sarpullido, vete aplicando vinagre de manzana porque vas a tener que bregar con él, al menos si tienes pensado alquilar un piso o comprarlo de segunda mano: el 90 % de ellos, lo tiene. Pero antes de demonizarlo, conviene contextualizar el invento, conocer cuándo, cómo y por qué surgió y, quizá ser un poco más condescendiente con este elemento ¿decorativo? que fue fruto más de unas circunstancias concretas en un período singular de nuestro país.

Una solución efectiva para tapar desperfectos

En los años 60 el mercado inmobiliario español vivió un boom urbanístico como consecuencia del éxodo del campo a las ciudades. Se construyeron miles de casas de forma muy rápida para dar cabida a toda esa nueva población y, claro, esa rapidez hizo que las viviendas no fueran del todo perfectas. Las paredes no eran rectas y mostraban desniveles que se debían ocultar, especialmente si se quería una venta exprés de las casas. Ahí surge el gotelé, un recurso que venía a disimular todos esos fallos e imperfecciones y con el que muchas de nosotras hemos convivido en alguna etapa de nuestra vida.

Y mientras unos lo detestan precisamente por lo que supone —inmediatez, producto barato, mano de obra poco cualificada y beneficio fácil—, otros reivindican esta corriente como parte de nuestra historia. Pero ¿qué piensan los interioristas actuales? ¿Creen que este recurso puede volver y ponerse de nuevo de moda? Les hemos preguntado y, como en todo, hay posiciones diversas: profesionales que no descartan su vuelta y quienes no lo quieren ver ni en pintura.

En moda todo vuelve, y en decoración, también

"Si han vuelto el terrazo, los dorados o los espejos... ¿por qué no lo va a hacer el gotelé? —afirma categórica la interiorista Natalia Zubizarreta—. Últimamente veo en interiorismo una cercanía al uso de los llamados productos rudos, como maderas naturales, troncos desvencijados, linos rotos... Cada vez más, hay una tendencia decorativa a meter el bosque en casa y el bosque no entiende de paredes finas. El gotelé es una herramienta que ha servido durante muchos años para evitar ver los fallos de las paredes, las sombras que produce la iluminación natural o artificial... Saca los colores a quienes las han hecho: el albañil, el pintor... Siempre ha servido para disimular".

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De hecho, en algunos de sus proyectos —como el de la imagen— Natalia ha empezado a huir de la tendencia minimal, limpia, más fría para ir a una más natural. Si no a utilizar gotelé propiamente dicho, sí a hacer unos tratamientos a las paredes similares. "Personalmente empiezo a utilizar enfoscados, a tratar las paredes y darles un aspecto rugoso que evita que se noten los fallos. Así consigo darles calorcito a las paredes". El por qué de ese cambio de tendencia, la interiorista lo achaca en parte al confinamiento: "Necesitamos sentirnos en casa como un poco en la calle, en la Naturaleza. Por eso, desde el confinamiento introducimos en las casas muchas plantas, maderas naturales, linos y, también paredes, que nos hagan sentir más cerca de la Naturaleza".

Al diseñador Guille García Hoz tampoco le extrañaría que esta técnica pudiera recuperarse en interiorismo, pero quizá reinventada. "Creo que el gotelé, como todo, aunque quizá con otro enfoque, acabará volviendo haciendo un guiño a las casas de los años 70. Quizá de manera irónica o nostálgica, pero no me cabe duda que igual que el terrazo resurgió de sus cenizas, tarde o temprano le llegará el momento. La pared lisa blanca resulta aburrida y nos inventamos cosas distintas para hacer que cuente historias, a través de texturas y tratamientos".

Nunca ha sido una opción estética

"Es verdad que últimamente las paredes con textura y acabado peinado, rayado o rugoso están ganando terreno a las lisas pero ¡tranquilos! De ninguna manera esto significa la vuelta del gotelé" —afirma, concluyente, la arquitecta e interiorista Mª José Navarro.

A su parecer fue un recurso constructivo impuesto que nada tiene que ver con la estética. "No hay duda que las paredes y sus acabados tienen un gran impacto en la definición de un espacio —continúa Mª José—. En los años 60 se recurrió al gotelé con la intención de disimular las imperfecciones de las paredes, es la única ventaja que le encuentro, y no como un elemento decorativo. De ahí que sea un acabado tan poco querido, ya que nunca se ha utilizado de manera voluntaria, sino como una imposición del modo de construir en una determinada época. En todos mis años como arquitecta, nadie me ha pedido gotelé en paredes, más bien todo lo contrario. Uno de los primeros objetivos cuando quieren acometer reformas en la vivienda es acabar con él y alisar las paredes". Mª José también apuesta por el juego que da el papel pintado, como en este proyecto de la imagen inferior de la casa de @Balamoda.

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Balamoda

Más inconvenientes que ventajas

"Además de su poca estética, el gotelé presenta otros muchos inconvenientes —asegura Mª José Navarro—como la acumulación de polvo y suciedad en sus recovecos o la dificultad de pintarlo debido a sus irregularidades. En mi opinión, tiene más contras que pros, por lo que estoy segura de que el gotelé, tal y como lo conocemos, es imposible que vuelva".

Igual de contundente se posiciona la interiorista Eva Mesa, de Tinda's Project contraria a una vuelta del gotelé tal y como lo conocemos, porque ello "supondría que los acabados y el interiorismo no cuidan la calidad de la manera en que deberían hacerlo. A su ventaja de tapar imperfecciones y errores, tiene un inconveniente de peso: su poca estética, en comparación con los acabados que existen actualmente para ese mismo tipo de problemas".

Además de todo lo apuntado, la empresa de mantenimiento y reparaciones HomeServe añade entre los inconvenientes del gotelé, dos más: aporta menos luminosidad y resulta muy compleja su limpieza.

Mejor, otros recursos

Si se empiezan a poner de moda las texturas rugosas, puede que la apariencia de paredes absolutamente pulidas pierda fuelle y los interioristas apuesten por otros recursos. Algunas ya los estamos viendo, como un mayor uso de ladrillo, zócalos, piedra, molduras o papeles pintados con acabados espectaculares —entre los que se encuentra el efecto gotelé—o que se adopte este pero con una gota más fina y estética. ¡Quién sabe!

Para la interiorista Mónica Garrido, precisamente esa vuelta a las paredes empapeladas "es uno de los motivos por los que hemos acabado detestando el gotelé, ya que para poder empapelar necesitas una pared bien lisa. Me encanta el acabado Cashemire de Valentine porque aporta un aspecto sedoso a las paredes y es muy fácil de limpiar con una bayeta". Aunque Mónica tampoco descarta el uso de otros recursos. "Hoy en día existen varias tendencias para terminar paredes y, aunque no se contemple la vuelta del gotelé, algunas técnicas están cobrando protagonismo para conseguir paredes con un aspecto rústico e irregular, como si estuvieran sin acabar". En la imagen inferior, un proyecto de Mónica en el que combina zócalo y pintura.

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La interiorista Pía Capdevila ve más presente y futuro al recurso del papel pintado en paredes que al gotelé. "Este tuvo su momento de gloria en los años 60 pero actualmente no se percibe como elemento decorativo al mismo nivel que entonces. Durante los años que triunfó, no existían papeles pintados con tanta variedad de texturas como los que hay ahora, y de hecho, algunos incluso imitan este tipo de acabado. Creo que estos son los que lo suplantarán, en caso de que vuelva". En la imagen inferior, un dormitorio de Pia Capdevila con papel pintado, imitación madera, de Andrew Martin.

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A sus ventajas incuestionables de tapar fallos y su infinita resistencia, Pia encuentra en el gotelé inconvenientes insalvables. "No es agradable al tacto, puede rayar los muebles o que estos dañen su efecto relieve y, el otro gran problema, es lo costoso que es retirarlo, tanto en el trabajo que supone como en presupuesto, ya que hay que trabajar y enmasillar mucho encima para obtener buenos resultados".

Si vas a quitarlo, piénsalo dos veces (o tres)

Y hablando de quitar gotelé, ¿cuánto cuesta eliminarlo? Le hemos preguntado a la empresa de reparación y mantenimiento del hogar HomeServe y estos son sus precios aproximados dependiendo siempre del estado de la pared. Para un salón de 20 m2, quitar el gotelé supondría un gasto de unos 1.200 €, o lo que es lo mismo, 18-20 €/m2. Mientras que ponerlo saldría por unos 280 € aproximadamente o 6 €/m2. ¡La diferencia es abismal! ¿No te parece? Así que antes de erradicarlo de las paredes de tu casa, piensa si realmente merece la pena. Si dentro de unos meses se pone de moda, seguro que te vas a arrepentir.