Si eres celíaco, intolerante al gluten o estás buscando controlar tu peso, tenemos la alternativa perfecta para ti. Con las altas temperaturas, nada apetece más que un plato fresco y sabroso, y pocas opciones son tan irresistibles como dos clásicos del verano español: el gazpacho y el salmorejo. Pero, atención: el salmorejo tradicional lleva pan, un ingrediente que no siempre resulta adecuado para todo el mundo. Hoy te contamos cómo disfrutar de este plato icónico en su versión sin pan, manteniendo toda su cremosidad y su delicioso sabor, para que no tengas que renunciar a nada este verano.
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Hoy nos aventuramos a crear una nueva versión de este clásico plato cordobés, prescindiendo del pan y descubriendo un secreto que transformará su consistencia sin perder su cremosidad y sabor característicos. Lo mejor de todo es que esta receta es apta para celíacos y perfecta para aquellos que siguen una dieta de control de peso.
El primer truco que utilizamos para lograr este salmorejo sin pan es seleccionar tomates carnosos y dejar que suelten todo su líquido al escurrirlos, asegurándonos de que queden lo más secos posible. Pero eso no es suficiente para obtener la consistencia espesa que tanto amamos en el salmorejo. Aquí es donde entra en juego nuestro segundo truco: ¡añadir huevo cocido a la receta!
El huevo duro actúa como un excelente espesante, añadiendo una textura idéntica a la del salmorejo tradicional, pero sin necesidad de utilizar pan. Es increíble cómo un pequeño cambio puede hacer una gran diferencia. Así que si quieres disfrutar de un salmorejo sin gluten y con menos calorías, pero sin sacrificar su deliciosa consistencia y sabor, ¡este es el secreto que estabas esperando descubrir!
La receta paso a paso del salmorejo sin pan
Prepárate para sorprender a tus invitados o a ti mismo con esta versión saludable de un clásico español. Te guiamos paso a paso para que puedas disfrutar de un salmorejo sin pan sin complicaciones.
Salmorejo sin pan
Dificultad fácil.
Para 2 personas.
Ingredientes:
- 600 gramos de tomate en rama o pera
- 1 diente de ajo pequeño
- 1 huevo cocido y pelado
- 5 ml de vinagre de Jerez (opcional)
- Sal
- 40 ml de aceite de oliva virgen extra
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Pasos a seguir:
- Paso 1. Lava y seca bien los tomates. Córtalos en octavos y espolvoréalos con media cucharadita de sal. Remuévelos para que se impregnen bien.
- Paso 2. Coloca los tomates troceados en un colador amplio, que a su vez esté sobre un cuenco. Deja que escurran durante 10-15 minutos, o hasta que hayan soltado la mayor parte de su agua. De vez en cuando, presiónalos ligeramente y remuévelos para ayudar en el proceso.
- Paso 3. En el vaso de una batidora o robot de cocina, coloca los tomates escurridos junto con el diente de ajo pelado (puedes usar medio si prefieres un sabor más suave), una cucharadita de vinagre (si lo deseas) y medio huevo cocido. Reserva la otra mitad del huevo para decorar al servir.
- Paso 4. Tritura todos los ingredientes juntos hasta que estén bien integrados. Añade el aceite de oliva virgen extra en forma de hilo mientras sigues triturando a máxima potencia durante tres o cuatro minutos. Esto ayudará a emulsionar el salmorejo.
- Paso 5. Prueba el punto de sazón y corrige según tu gusto. Si deseas más sabor a ajo, tritura de nuevo a máxima potencia. Si solo necesitas ajustar la cantidad de sal y/o vinagre, simplemente mezcla los ingredientes.
- Paso 6. Deja que el salmorejo tome cuerpo en la nevera durante al menos dos horas. Al momento de servir, decora con la otra mitad del huevo cocido picado.
Con qué acompañar el salmorejo sin pan
Para disfrutar de nuestro salmorejo sin pan, es importante servirlo bien frío después de haberlo sacado de la nevera. Al reposar, notaremos que ha adquirido una textura más espesa y deliciosa. Simplemente, lo vertemos en cuencos y lo saboreamos con una cuchara.
Para añadir un toque de sabor adicional, picamos un poco de huevo duro para acompañarlo, un poco de jamón e incluso hay quien le añade atún, pepino, naranja o melón. Estos ingredientes complementan perfectamente el salmorejo, añadiendo una deliciosa combinación de sabores.
Otra opción ligera y original para acompañarlo son los germinados (como los de alfalfa o rúcula), que aportan un punto crujiente y fresco. También se puede añadir un chorrito de aceite de oliva virgen extra con unas escamas de sal y un toque de pimienta recién molida, lo que realza el sabor del tomate sin sobrecargarlo.
Si queremos una versión más sofisticada, podemos servirlo con langostinos a la plancha o trocitos de pulpo cocido. El contraste entre el dulzor del marisco y la acidez del tomate lo convierte en un entrante digno de cualquier celebración. Además, una pizca de pimentón ahumado o unas gotas de vinagre de Jerez aportan matices profundos y sabrosos.
Por último, para quienes buscan una experiencia vegana y sin gluten, el aguacate en daditos, las aceitunas negras en rodajas o las semillas de sésamo tostadas funcionan de maravilla. Aportan textura y sabor sin perder la esencia fresca del plato. El salmorejo es tan versátil que admite mil y una combinaciones, así que lo mejor es atreverse a probar y descubrir cuál es tu favorita. ¡Que aproveche!
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