Sonia Hdez-Montaño Arquitecta, Experta en Feng Shui y bioconstrucción
“El recibidor debe ser un espacio abierto, luminoso y que favorezca el paso para que la energía positiva fluya”.
El recibidor es el espacio que te da la bienvenida y es también la mejor carta de presentación de tu casa. Es la frontera entre el mundo exterior y el interior y –como tal– debe cumplir esa función de nexo que te permita sentir que has llegado a “buen puerto” nada más cruzar el umbral. Es un espacio que debe destilar sosiego y una buena dosis de optimismo.
Luz y energía. Para el Feng Shui, el recibidor es un lugar yang: es luz, movimiento y fluidez. Por eso lo ideal es que reciba el máximo de luz natural, a través de cortinas y visillos poco tupidos que permitan el paso del sol. Cuando no hay ventanas, se pueden utilizar luces brillantes que simulen los tonos de la luz de día, o paredes y puertas acristaladas que den continuidad y privacidad.
Una puerta robusta. Debe ser sólida, para garantizar la seguridad de la casa, pero tampoco demasiado intimidatoria, ya que evitaría el paso de “buenas oportunidades”. Como símbolo de fluidez, la puerta tiene que estar en perfectas condiciones, con las bisagras bien engrasadas –que no chirríen–, y una cerradura que abra fácilmente, sin problemas.
Filtro energético. La entrada debe servir como un filtro energético donde aparcar las preocupaciones del exterior para entrar a casa “limpio” y tranquilo. Para ello hay que situar muebles contenedor donde dejar los útiles del trabajo (maletín, móvil...) y armarios para mantener en orden zapatos, abrigos… que “contaminan” la tranquilidad de tu paraíso.
Muebles ligeros. Por pequeña que sea, la entrada tiene que conducir a un espacio diáfano y muy despejado. Si el recibidor transmite sensación de estrechez, esta percepción nos acompañará en el resto de la casa. Mejor no recargarlo con exceso de muebles y utilizar colores claros, elementos ligeros, poco pesados y que den más amplitud visual. Así, el recibidor se verá mayor.
Contención y fluidez. El recibidor ha de ser un lugar que contenga la energía para generar sensación de refugio. Evita poner puertas, ventanas o espejos enfrentados a la puerta de acceso para no perder sensación de recogimiento. A su vez, el recibidor es un espacio de tránsito. Si hay varias puertas o accesos a diversas estancias, debe quedar muy claro cuál es la que conduce al pasillo o al salón.
Al llegar... Descálzate y ponte un calzado cómodo. En los países nórdicos tienen un prerecibidor con un zapatero junto a la puerta. No es tan solo un hábito higiénico (la nieve, el barro...), también te ayuda a desconectar.
Recibidores con los cinco sentidos, por la interiorista Olga López de Vera
“Me encantan los recibidores con aroma a flores recién cortadas, y fragancias de lavanda o de jazmín“.
El olfato. “Adoro sentir el aroma de las flores de la lavanda y el jazmín. En invierno pongo velas aromáticas de naranja y clavo, o de manzana y canela”.
La vista. “Soy partidaria de los muebles y los complementos que tengan una historia que contar. Y más en el recibidor, donde debes mostrar tu personalidad con un mueble que hable de tí”.
El oído. “Me encantan los pequeños timbres que se colocan encima de la puerta... y un pulsador pequeño, tipo atrapasueños, con sonido de campanas que se apaguen con un eco decreciente”.
Tacto y gusto. “Muebles con textura y, quizás, un dulce para los invitados.”
Fragancias de madera y cera, por el decorador Javier Carrasco
“Los espejos son perfectos. Aportan luz, amplitud y una atractiva dosis de misterio”.
El olfato. “Me llegan los aromas que demuestran que hay vida en la casa. El olor a madera y cera natural. En grandes recibidores, me gustan las fragancias a armarios de ropa blanca o a libros”.
La vista. “El recibidor es un anticipo de lo que veremos después, y debe contener objetos, tonalidades y muebles que guarden armonía con el resto de la casa. Los espejos encajan a la perfección porque aportan amplitud, luz y un cierta dosis de misterio”.
El oído. “No a los timbres estridentes. Deben tener un sonido corto, como de campana”.
El tacto. “Me encanta el lino y los muebles de materiales naturales”.