Una casa que invite a una vida slow, una segunda residencia a la que puedan llamar hogar: esta era la principal demanda del propietario, que adquirió la vivienda para veranear con su familia junto a la playa y dejar atrás el ruido y el trajín de la ciudad. La arquitecta Núria Selva y su equipo lo cumplieron con creces: tras una reforma parcial de la casa, centrada en cada pequeño detalle para conseguir un interiorismo de calidad a la par que funcional, la vivienda se ha convertido en un remanso de paz que exuda una sensación de calma nada más atravesar la puerta principal. ¿Entramos?
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