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1.

Un jardín ecléctico.

Olivos y palmeras son los protagonistas del jardín de esta casa, proyectada por Bernardo Oliver. 

2.

Porche tradicional.

 Para reforzar su carácter tradicional, parte de la fachada de la casa se cubrió de estucado y piedra natural de la zona. Todas las plantas y las macetas de cerámica, a la venta en Can Juanito Vivers. 

3.

Tomar el aperitivo.

 El cubo de bebidas es de Rivièra Maison y está a la venta en Beach House; igual que la toalla de playa azul y blanca.  

4.

Comedor de exterior.

La mesa, similar en Modelmon, se ha vestido para una comida con los amigos al atardecer.  

5.

Arreglos naturales.

Unas ramas de olivo del jardín crean un arreglo tan natural como informal. 

6.

Desde el salón.

Los sillones de madera pintada están en Beach House. Mesita auxiliar, en la misma tienda. Pavimento de piedra caliza. 

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La consola del recibidor.

En madera, reforzando el carácter rústico de la casa.  

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Del salón al recibidor.

Al fondo, consola de madera con cajones y espejo con marco de plata, en Modelmon. 

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Un toque de color.

 El cojín, con flores rosas, da el toque de color agradable que necesita el salón.  

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En la mesita de centro.

 Siempre agua a mano.  

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Un salón muy cálido.

Butaca, en Beach House. Mesa de centro, en Modelmon. Alfombra, en Rialto Living. 

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También cálida bienvenida.

 Sobre la mesa de centro, fuente de cerámica, en Beach House. Los peces son de Rivièra Maison.

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Comedor abierto al salón.

 Tres escalones comunican salón y comedor, que al no tener puertas, suman metros y amplitud. Chaise longues, similares al modelo Howard, en Rialto Living. Sillas de comedor tapizadas con lino, en Modelmon. 

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Puntos de luz.

 En la mesa de comedor, bandeja de plata de herencia. Sobre ella, copas de cristal tallado, similares en Vista Alegre. 

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Un gran comedor.

 Los dos manteles los confeccionó Ferrer & Ponce, con tela de Les Créations De La Maison. Lámpara de techo de herencia familiar. 

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Una cocina a medida.

 Mobiliario realizado a medida por el carpintero José González con madera pintada y piedra de Binissalem. Ensaladeras de cerámica, en Beach House.

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Orden decorativo.

 Los botes de cristal son una opción tan decorativa como práctica para tener a mano cereales, galletas... Estos, de Rivièra Maison, en Beach House. 

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Cocina de piedra y madera azul con isla y un gran cuadro en la pared_00328911

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Baño en suite.

 La bañera antigua, similar en Baños con Encanto. Grifería Axor de Hansgrohe S.A.U.. Cesto con tapa de Rivièra Maison, en Beach House; igual que la toalla de rayas. La azul es de Himla, en Rialto Living.  

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En blanco y azul.

 La bandeja de mimbre y la señal de madera son de Rivièra Maison, a la venta en Beach House. Toallas de Himla, en Rialto Living. 

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Entramos en el dormitorio.

 Muy romántico, en tonos blancos.  

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Dormitorio.

Cama con dosel de hierro, similar de Lluís Lliteras. La butaca de rejilla, similar en Modelmon. Manta, en Rialto Living. 

Una sola palmera en el jardín indica, según la tradición, que ahí hay una casa. Vaya, ¡eso sí es señalética old style! Pero en este caso los propietarios querían más, como si fuera un oasis. Porque lo es. Situada en el interior de Mallorca, y rodeada también de olivos y heno, esta casa de nueva construcción se adapta al cien por cien a los volúmenes y materiales constructivos de la zona.

Estuco, mampostería, y piedra de Binissalem para el exterior, que sigue la estructura clásica de una nave rectangular de dos plantas y una torre adjunta más el porche. La planta baja se comunica con el exterior a través de puertas de doble hoja con carpintería pintada en un verde suave. En la segunda planta se ha seguido la antigua norma de ventanas pequeñas para aislar la casa de los calores y los fríos. El interior, sin embargo, obedece a criterios más actuales y prácticos: recibidor, salón y comedor se reparten un espacio diáfano en el que los tabiques se abren en grandes vanos cuadrados, favoreciendo la diferenciación clara de los ambientes y creando un hermoso efecto de perspectiva.

Tres escalones separan salón y comedor, unidos por un mismo suelo de losas de pizarra, el vainilla de las paredes y las vigas, que, desde el techo, recuerdan que estamos en un mundo claramente rústico. El mobiliario es, salvo algunos detalles como los cestos o alguna consola, clásico, y busca la comodidad a través de una estética muy limpia y funcional. Chaise longues blancas con cojines luminosos, una buena butaca de las de toda la vida, sillas tapizadas también en blanco roto para el comedor y un recibidor equipado con los muebles auxiliares imprescindibles (un acierto, en mi opinión, ese gran espejo sobre la consola). Una sencillez muy pensada para crear la atmósfera relajada y confortable que deseaban los propietarios.

La cocina se sitúa en un espacio separado, junto al comedor. Y es, dejadme que os lo diga, una preciosidad. Inspirada en las cocinas tradicionales, la encimera es de piedra de Binissalem y los muebles tienen los frentes realizados con listones de madera teñida de añil, que le dan un aire de cuento encantado. La tradicional mesa en el centro se ha sustituido por una isla con cajones para almacenaje y una barra para desayunos o comidas informales. Las vigas del techo se han pintado en este espacio de blanco. El resultado: un lugar lleno de magia y de luz.

En los dormitorios el blanco es el rey. Vigas blanqueadas, cama con dosel y caídas de gasa, ropa blanca y delicadísima. Un refinamiento que alcanza también al baño, con la ventana que funciona como un cuadro y la bañera de garras de siempre y para siempre.