Los usamos para el suelo y, tal vez, desinfectar y limpiar el baño. Pero el amoniaco y la lejía tienen muchas más aplicaciones de la que crees. Repasamos algunas para que saques todo el partido a estos productos de limpieza.
Qué limpiar con amoniaco
- Dejará el horno brillante. Precaliéntalo y mete un recipiente pequeño con amoniaco y otro grande con agua hirviendo. Deja unas horas y repásalo.
- Te ayudará a quitar capas de pintura de un mueble. Para eliminar las más antiguas, aplícalo puro. Haz lo mismo si quieres quitarle el brillo a una pieza encerada.
- Quitará el olor a humedad. Sobre todo en las toallas que, a veces, cogen ese olor tan desagradable. Así que añádelo en la lavadora (una taza por media carga) y verás qué cambio. Y si tienes una prenda blanca desteñida, prueba a recuperarla: ponla en remojo con un chorrito de amoniaco y abundante agua y tiéndela al sol.
- Es perfecto para limpiar zapatos de tela y ante. Utiliza una mezcla de agua, jabón y amoniaco y ayúdate con un cepillo de dientes.
Qué limpiar con lejía
- Manchas de bolígrafo, rotulador o lápiz. Mezcla tres partes de agua y una de lejía y frota suavecito sobre la mancha.
- Desatasca el fregadero. Vierte por el desagüe un chorro de lejía muy caliente. ¡Ojo con los vapores!
- Limpia las persianas de PVC. Sobre todo con manchas de moho, difíciles de quitar. Mezcla 1 parte con 10 de agua y usa una esponja.
- Recupera el blanco. Pero no solo de la ropa (eso ya es un clásico), sino también de la porcelana (lavabo, bañera o incluso tazas y fuentes). Frota con agua y lejía y con un poco de energía.
¡Ten cuidado!
La lejía y el amoniaco No valen para todo
No los uses sobre cualquier material. Nunca debes usarlos para...
- Para limpiar el parqué o la madera, porque dejan mate el barniz. Tampoco en suelos de barro o pizarra.
- En piezas metálicas o cromadas (grifos, pomos, bisagras de puertas...): terminan poniéndose muy feas o incluso pueden oxidarse.
- No te excedas con la ropa. Si usas siempre lejía al lavarlos, puede debilitar las fibras y hacer que salgan círculos amarillos.
- Y no uses amoniaco puro. No limpiará más; al revés: lo único que lograrás es que se coma el brillo.
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