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1.

Las dimensiones deciden

 Si la habitación es pequeña, lo mejor será elegir colores no demasiado intensos. Y mejor fríos que cálidos. ¿La pared ideal para pintar de color? La que tenga las ventanas para dejar que la luz incida en las blancas. Butaca, de Crearte. Espacio decorado por Jeanette Trensig.

2.

¿Hacia dónde está orientada la habitación?

Si está orientada al norte, recibirá poca luz natural, así que lo ideal es pintar esa pared con colores cálidos y pálidos. Pero si está orientada al sur, podrás optar por más fríos. Butacas, de Baladia & Valklein, en Mercader de Venecia. Salón proyectado por Pepe Llaudet.

3.

¿Cuánta luz le llega?

 Es clave para elegir el color. Si tienes sol durante muchas horas al día, podrás elegir colores más oscuros pero si entra solo claridad, es mejor que optes por tonos más tenues. Cómoda, de Homes in Heaven. Lámpara de sobremesa, de Daissie Artisan. Dormitorio proyectado por Pia Capdevila. 

4.

¿Y qué luz artificial tendrá?

 Hablamos siempre de luz natural pero la artificial es clave, sobre todo en invierno. Ten presente que los LED fríos reducen la viveza de los colores; los LED cálidos acentúan esa calidez y los halógenos aportan una luz blanca que realza los colores. Espacio de Pepe Llaudet. 

5.

¿Cuál es tu estilo decorativo?

Si tu estilo es nórdico o contemporáneo, te irán más los tonos fríos y neutros (azules o grises, por ejemplo). Si eres más clásico, los neutros tirando a cálidos (los arena son una opción). Si eres vintage, intensos (verdes menta, rosas, ocres...). Mobiliario, de Ikea. Sillas, en Mercantic.

6.

A cada estancia, su color

Un ejemplo: no es lo mismo pintar un estudio que un dormitorio. Para el primer caso, lo mejor es elegir tonos estimulantes (verde intenso o mostaza, por ejemplo) y para el segundo, más relajantes (azul, gris o verde suave). 

7.

El tipo de pintura importa

 La plástica al agua es de las más usadas. Si la prefieres pintura ecológica, el acabado tiene a menudo un toque chalk paint. Para ir rápido, elige una pintura monocapa. Y para estancias con humedad (baño, cocinas...), antifungicidas. Mesa de centro y butaca de Sacum y banco de La Maison. 

8.

¿Brillante o mate?

Es importante el acabado. Si la pared que quieres pintar está perfectamente lisa, podrás elegir una pintura brillante. En caso contrario, mejor mate, así disimularás los defectos. Mesas de centro, de Meritxell Ribé - The Room Studio. Alfombra, de Nani Marquina. 

9.

¿Qué muebles tendrás?

Tenlos en cuenta a la hora de elegir el color de esa pared porque todo tiene que estar en armonía. Cabecero, colcha, cojines y cubrecanapé, en Azalea Decoración. Mesita de noche, de Wunderkammer. Lámparas apliques, de Saltoki. Dormitorio decorado por Belén Campos. 

10.

Muestras y muestras

Y por supuesto, antes de quedarte con un color concreto, haz varias muestras y míralas a diferentes horas del día y con luz artificial. Te acabarás de decidir. Sofá, de Frajumar. Mesas de centro, diseño de Luderna Design. Alfombra, de Benuta. Salón decorado por Juanma Alfonso, de Luderna.

Y ahora vamos a ir un poco más allá en la aplicación del color porque puedes elegir pintar solo una pared o pintar una pared y los elementos que apoyes en ella. El efecto será completamente distinto. De hecho, el espacio parecerá más amplio si unificas, con el mismo color, puertas, molduras, rodapiés, frentes de armarios... incluso marcos de cuadros.

¿Y si pintas también el techo?

Si eliges un mismo color para una pared y el techo, conseguirás que las dimensiones del espacio queden indefinidas, con lo que también parecerá más grande si el color no es muy intenso.

Busca un lazo de unión entre el color y la decoración que justifique su elección: el tapizado de una butaca, los tonos de un cuadro...

Elijas lo que elijas, combinando blanco y color conseguirás atraer las miradas y subir el nivel decorativo de la estancia. Comprobado.