Despedir el verano siempre es duro. Tardamos unos días en sentir que arrancamos un nuevo ciclo y como la propia naturaleza, nos cuesta soltar lo que ya no sirve para empezar de nuevo.
Si eres de las que le cuesta renunciar al verano o si donde vives todavía sobrevive el calor, tómatelo con calma, puedes ir matizando tu decoración poco a poco. No te fuerces, pronto sentirás la ilusión de volver a empezar.
Es natural que al principio del otoño notemos un bajón en nuestro ánimo, así que no renunciemos a la alegría de los colores en casa y disfrutemos todo lo que podamos de la luz de sol. Prepara tu balcón o terraza para vivirlo con tu mantita, si es necesario.
La última fase otoñal es la encendida de la chimenea, si tenemos la suerte de tenerla. Si no la tienes, hipnotízate con la luz de las velas, funciona igual. Suele ser como el disparo de salida del frío (dependerá, evidentemente, de donde vivas) y suele ir de la mano del "momento cuadros". Cuando el frío se instala, la lanas ya no pican, disfrutamos de su textura calentita, y el placer por los colores más oscuros, no sabemos cómo, pero nos invade. Y es que el invierno ya nos espera a la vuelta de la esquina.