Una pareja de interioristas compra un granero del siglo XVIII y lo convierte en una impresionante casita rural con espacios modernos, estancias a color y detalles que viajan al pasado

El hall fue la primera etapa de la reforma. A pesar de encontrarse ya en condiciones óptimas, la pareja decidió respetar la esencia del edificio. Se aplicó una repintura suave y un suelo de parquet que ensalza la madera original. Para conservar la atmósfera antigua, se optó por una paleta neutra: blancos rotos y grises, que imitan el tono de la piedra del granero. Así, se conserva un sutil aire de antaño, sin sobrecargarlo, y se deja la estructura como protagonista.  

Tanto el salón, el comedor y la cocina, se planificaron como una gran zona abierta, generada y pensada desde cero. Marisa y Chris apostaron por una estética clásica, con líneas limpias, electrodomésticos integrados y colores suaves. La cocina, además, está diseñada para ser flexible: fácilmente reconfigurable gracias a electrodomésticos móviles en la isla central. Tanto encimeras como muebles siguen la línea neutra para fluir con el espacio común.  

Este antiguo granero cuenta además con una buena zona exterior donde la pareja ha instalado una terraza equipada a todo confort, que invita a pasar todo el día en ella y a disfrutar del buen tiempo de Yorkshire. Un suelo de estilo damero, unas butacas elegantes y diferentes puntos de vegetación que ponen ese toque natural y fresco que mantiene la esencia de campo de sus orígenes. 

El baño es uno de los espacios más especiales. Una fusión entre ladrillo, microcemento y cobre que representa un giro estético radical respecto al resto del hogar. Aquí se jubilan los materiales rústicos en favor de un aspecto natural, pero urbano. Las paredes combinan ladrillos vistos y microcemento pulido, mientras que los grifos y tiradores de cobre aportan calidez y sofisticación.

El suelo, de baldosa hidráulica encáustica, dota al baño de un gusto retro con aspecto artesanal, aunque la verdadera protagonista es, sin duda, la bañera, que nos transporta a un pasado señorial y se ha sabido integrar a la estética actual. ¿El resultado? Una mezcla de historia y modernidad. 

En esta bonita casa también podemos encontrar estancias que nos dejan boquiabiertos y que nadie se espera, como esta en color rosa y otra en color azul. Este dormitorio en cuestión, es ideal para invitados o como espacio polivalente, y la otra en azul, de aire más sereno y tranquilo, invita a desconectar plácidamente.

Ambas evidencian estilos claramente diferenciados y separados entre sí, pero combinan a la perfección por su paleta suave y natural, creando un equilibrio visual y rompiendo con la monocromía de los tonos neutros del resto de la vivienda.