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1.

La chimenea.

Junto a la chimenea, las butacas bergère conviven con una lámpara y una mesilla de líneas depuradas.

2.

Comedor y estar.

La zona de la chimenea mezcla objetos de herencia con elementos que ha adquirido de nuevo la familia.

3.

Telas delicadas.

El salón es la muestra más contundente de la fructífera colaboración entre propietaria y decorador. La elección de los textiles para cortinas y tapicerías, de cálidos tonos naturales, crea el escenario ideal para que luzca el mobiliario que Mónica seleccionó.

4.

Salón ecléctico.

“Compré gran parte de los muebles por impulso, sin un plan establecido –dice la propietaria–, mezclando adrede piezas clásicas y contemporáneas”.

 

5.

Comedor.

El comedor, abierto al estar y la zona de la chimenea, propicia el encuentro de una mesa de caoba de herencia y unas sillas de resina de última generación.

6.

Cocina y office.

La cocina la diseñó Deulonder Arquitectura Domèstica.

7.

Office de primavera.

El office, con su banco corrido y su alacena, es una pura delicia.

8.

La habitación del más pequeño de la familia.

La pintura decorativa tiene una presencia sutil pero determinante en el dormitorio del bebé, dominado por los tonos crema.

9.

Pensando en el futuro.

“Forramos el zócalo con un papel vinílico a rayas verticales, resistente y lavable; y reservamos la zona superior para que las profesionales de Estudio Stencil realizaran sus preciosos dibujos, que tienen algo de antigua linterna mágica”, recuerda Mónica.

10.

El dormitorio de los mayores.

“En nuestra habitación quería un ambiente límpido, relajante, con muy pocos elementos arropados por la calidez de los tejidos en tonos claros. Dejé que resaltara la cómoda de sucupira”, señala Mònica.

11.

La clave, los tejidos.

Propietaria y decorador trabajaron duro para conseguir armonía en el dormitorio gracias a los textiles.

La dueña de esta casa, Mónica Tres, es interiorista, y, como era lógico, se tomó la tarea de decorarla como un reto más que profesional. Claro, trabajar para ella misma la hacía entrar en dudas permanentes, así que pidió ayuda a su amigo y colega Mariano Concha, y juntos se lanzaron a trazar las grandes líneas, distribuir los espacios, seleccionar el mobiliario y elegir los colores.

El resultado lo tenéis ante vosotras: una obra llena de sensibilidad y conocimiento.

El amplio salón comedor constituye una lección de decoración. Yo al menos me he puesto en plan alumna aplicada y os cuento todo lo que he aprendido. Por un lado, y muy importante, está el reparto de los distintos ambientes. Junto a la chimenea, dos butacas para una conversación confidencial o una lectura necesariamente concentrada. La zona de reunión se ha situado junto a las dos cristaleras, para aprovechar al máximo las entradas de luz, con dos sofás en una L cerrada a su vez por dos puff. Próximo a la cocina, algo más alejado de las puertas y ventanas que dan al jardín se encuentra el comedor, en un área más protegida y privada.

Otra lección sacada de esta misma gran habitación es la de la mezcla silenciosa y eficaz de estilos. Clásicos sin duda son las dos butacas antiguas, los sofás y pufs diseñados por Mariano Concha, las preciosas alfombras, el espejo sobre la chimenea o la mesa de caoba del comedor. Las sillas de resina del comedor, la mesita auxiliar, la mesa de centro de madera y acero pueden ser consideradas, sin embargo, hijas de la modernidad. Y cuando he dicho mezcla silenciosa no ha sido por casualidad. Porque esta combinación de pasado y presente no se hace en absoluto estridente y menos aún chocante, sino que tiene la virtud de encajar divinamente. Es obra de unos profesionales con manos muy talentosas. Ya sabéis, a aprender se ha dicho.

Y, para no cansaros, paso ya a la última lección. Se trata de la muy sabia manera de utilizar los tejidos. Fijaros en el precioso lino estampado de las butacas antiguas, en el cálido tono neutro de los sofás, en la medida mezcla de tonos de los cojines que recogen los colores y diseños textiles de todo el salón. Y sobre todo tomad nota de esas cortinas dobles, con unos visillos ligeros y casi transparentes y unas caídas de seda a rayas en los mismos tonos de toda la estancia, del ocre intenso al gris del acero. Por favor, no lo olvidéis, no siempre se encuentra una ante una sensibilidad semejante. Y dicho esto, que ya es mucho y bueno, y pasando un poco de largo por la cocina y el office (ambos de una perfección y una armonía insultantes para nosotras, las no conocedoras) quiero decir algo del dormitorio porque, sencillo como es y depuradísimo, transmite una sensación de paz y tranquilidad inmejorable. El cabecero y el somier están vinculados por una tapicería coordinada, la alfombra promete suavidad eterna, la cómoda es sobria y refinada y, ese vestidor de armarios impolutos es garantía de un orden invencible.