Donde la ves ahora, tan luminosa y abierta a su espectacular exterior, esta casa era oscura, con dos plantas que no estaban comunicadas entre sí y cuya vida discurría a espaldas de su exterior, con una mini cocina cerrada y un patio colonizado por el bambú y presidido por una gran estatua de un Buda. ¿La vemos ahora?

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1.

Las arquitectas responsables de la reforma en el salón de la casa

Cuando las arquitectas Rosa Viñets e Irma Aleu (de izquierda a derecha) vieron por primera vez esta casa no lo dudaron: era necesario lavarle la cara para que su belleza natural aflorara, y las dos plantas de la que constaba la vivienda debían comunicarse mediante una escalera interior. De hecho, aprovecharon la barandilla de la escalera, justo detrás del sofá, para planificar una original mini estantería a medida. 

Lámpara de pie de Cado y barandilla a modo de librería diseño de las arquitectas. 

2.

Un salón que mira al jardín

Ante las espectaculares vistas al jardín, las arquitectas no lo dudaron: la decoración debía ser sobria, sin excesos, ni decorativos ni de mobiliario. “Es buscado, porque la vida se hace sobre todo fuera. El salón se decoró con lo básico y con el blanco como protagonista", explica Irma. 

Sofá grande de Maisons du Monde y el pequeño de Ikea. La mesa de centro es de Mercader de Venecia.

3.

Una jácena recuperada de madera que viste el salón

“La jácena era de origen pero apenas se apreciaba, porque el techo del salón tenía un plafón de madera oscura y con tanto marrón quedaba camuflada”. Al pintar el techo de blanco, ¡volià! 

En el sofá, cojines de Filocolore y de Zara Home. 

4.

Un comedor amplio y acogedor abierto al salón

Si la jácena se recuperó para convertirse en un elemento diferencial de este salón, se hizo lo mismo con el suelo de pizarra, que se pulió y ahora contrasta con el blanco que pinta de luz toda la casa. ¿Como novedad? La chimenea del comedor: “Le dimos muchas vueltas, porque la queríamos en el salón, pero con los ventanales era imposible. Así que al final la ubicamos en el comedor. Al ser un espacio tan amplio, lo hace más acogedor”, sostiene Irma. 

Mesa de La Redoute y sillas de Heaps and Woods. Lámparas de Catalina House. Espejo de Antique Boutique y alfombra de Cot-Lin. Chimenea diseño de las arquitectas.

5.

Una zona de día comunicada con el patio interior

Cuesta creer que, antes de la reforma, desde el salón no se viera al patio interior. "Había una gran librería hasta el techo que discurría en paralelo al patio y que lo tapaba por completo. Desde el salón solo veías libros. Ahora, la terraza y el patio están comunicados visualmente".

Butacas de Mercader de Venecia y manta de Cado. Alfombra de Cot-Lin.

6.

Un patio fresquito perfecto para las comidas de verano

"El patio estaba desaprovechado. Había una fuente, una figura de un Buda y mucho bambú que lo dejaba en penumbra. Lo quitamos todo, hicimos una solera de hormegón para la zona de la mesa y el resto lo pavimentados con grava. En verano, es perfecto, porque aquí a la hora de comer toca la sombra y se está muy a gusto". Además, está al lado de la cocina, lo que resulta muy cómodo. 

Mesa de Westwing y sillas de Ikea. Pavimento de grava y en la zona de la mesa, de hormigón.

7.

Una cocina que creció con la reforma

"La cocina estaba cerrada, era pequeña y muy oscura, así que la abrimos a la zona de día e integramos el lavadero para que fuera más amplia y luminosa”. Al estar abierta al salón, se optó por un diseño en blanco muy discreto, sin tiradores y los electrodomésticos se panelaron. Incluso se optó por una campana integrada en la encimera. 

El mobiliario lacado en blanco y sin tiradores es de TPC y las vitrinas gemelas de Antique Boutique.

8.

Dos vitrinas que dan color y personalidad

Para romper con el total look en blanco de la cocina, se recuperaron dos vitrinas de una casa anterior de la propietaria: “Dan color y un toque más antiguo, que contrasta con una cocina moderna y sobria”. Ahora, es donde la propietaria guarda la vajilla y, al estar de camino al comedor, resulta muy cómodo a la vez que decorativo. 

9.

Un dormitorio con la cama que mira al exterior

La zona de descanso se organizó alrededor de la cama: “La querían en medio del dormitorio, así que diseñamos un cabecero de doble uso que integra en su trasera armarios bajos para tener más a mano la ropa de diario". 

Cómoda antigua, ropa de cama, cojines y cuadrantes de Filocolore. Espejo de Ikea y manta de Cado.

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Con el vestidor y el baño integrados

En el dormitorio se integró una pequeña habitación contigua, que se convirtió en vestidor. Y el cabecero, además de armario extra, sirve de separación con el baño pero sin restar ni luz ni vistas. 

Cabecero con armarios y zona de vestidor, diseño de las arquitectas. Lámpara de Biosca & Botey. 

Para lograr esta transformación, reorganizaron los espacios e hicieron mucho trabajo de desmaquillaje: “Quitamos todo lo que la tapaba, desde muebles hasta paredes, para que la casa respirara”, recuerda la arquitecta Irma Aleu.

Y es que una de las prioridades de la reforma fue, precisamente, abrir la casa a su exterior. “La planta de abajo era un garaje y no estaba comunicada con la casa. Abrimos una escalera interior y reconvertimos ese espacio en un salón con acceso directo al jardín”. Y, en la planta superior, el salón se abrió a una espectacular terraza a modo de privilegiada atalaya.

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