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Lo que haces no es limpiar: cómo acabar con la suciedad oculta de tu casa

En tu casa hay suciedad oculta que no puedes (ni debes) pasar por alto, ¿sabes dónde está? Te ayudamos a encontrarla (y vencerla) para vivir en un entorno más sano. ¡A por ello!

Lo que haces no es limpiar: la suciedad oculta de tu casa.

Limpia todos los rincones ocultos de tu casa que acumulan suciedad. ¡A por ello!

El Mueble

Por mucho que creas que tu casa está limpia, seguramente te estás olvidando de limpiar varios rincones u objetos que suelen estar escondidos y que no piensas que también reúnen suciedad. O bien, no los estás limpiando de la forma correcta. Para vivir en un entorno más saludable y libre de polvo, ácaros y gérmenes, toma nota de estos aspectos para que no te los olvides nunca más. 

1. Limpia aunque no se vea sucio 

Seguro que limpias el polvo de las superficies pero... ¿y los laterales de los muebles? ¿La parte de atrás? Hazlo mínimo una vez a la semana. Yvigila también con las puertas: ellas también acumulan mucho polvo y miles de bacterias en las manecillas. Puedes limpiarlas con alcohol para que queden como nuevas.

2. Ve siempre de arriba hacia abajo

La suciedad cae hacia abajo, por eso cuando vayas a limpiar, empieza por las zonas altas y ve bajando de forma ordenada. Lo último de todo en ser limpiado debe ser el suelo. Si lo haces al revés no sirve de nada, porque lo único que conseguirás es levantar polvo que al cabo de un rato volverá a estar en el suelo...

Lo que haces no es limpiar: la suciedad oculta de tu casa.

Mujer limpiando puerta.

El Mueble

3. Zapatos fuera

¿Sigues esta norma? Pues deberías. Porque entrar con zapatos en casa es la manera más fácil de dar también acceso a bacterias, suciedad y malos olores. Pon en tu recibidor un cesto o un pequeño mueble que haga la función de zapatero y cámbiate el calzado de la calle por unas zapatillas de estar por casa o bien unos calcetines antideslizantes. 

4. ¿Respiras aire fresco y puro?

Aunque creas que sí, alérgenos como el polen, el polvo, la caspa de mascotas y las esporas de moho resultan imperceptibles y se arremolinan en tu casa causando alergias y problemas de salud. Las sustancias químicas que emiten productos de limpieza también revolotean por el ambiente. Los estudios confirman que a menudo los niveles de contaminación del aire doméstico son dos veces más elevados que los de fuera. Ante este problema, ¡toma medidas! Ventila tu casa al menos unos 10 minutos diarios, y pon plantas para aumentar los iones negativos o recurre a un purificador de aire.

5. En rincones difíciles, ¿cómo quitas el polvo?

Para el suelo, barrer no es la mejor opción. Si hay arenilla, se puede rayar el suelo, y si tienes alergia levanta el polvo. Lo mejor para el suelo es usar el aspirador, luego pasar la mopa y por último, fregar. Para los muebles, lo mejor es usar paños de microfibras, que no rayan ni adhieren la suciedad a su tejido. Las toallitas de cera de abeja darán un acabado impecable. Ah, ¡y no te olvides! El polvo se acumula en lámparas, cortinas, radiadores, interruptores, zócalos, molduras... Y hasta en las tapicerías, así que aspíralas a menudo.

6. Lo que tocas se ensucia

El móvil, la tablet, los auriculares... ¿Los has limpiado alguna vez? Todo lo que tocas con las manos se convierte en un caldo de cultivo para gérmenes. Así, desinfecta el mando de la tele, el teclado del ordenador... ¡hasta las llaves!, con una mezcla de 3 partes de agua y 1 de alcohol.

Lo que haces no es limpiar: la suciedad oculta de tu casa.

Mujer pasando el aspirador.

RBA

7. Limpia lo que limpia

Limpiar la lavadora, el lavavajillas, la secadora... Lo que lava también hay que limpiarlo a fondo. Si no, en vez de limpiar, ensuciará. Un día puedes hacer un lavado con el tambor vacío, con vinagre en la lavadora y limón en el lavavajillas y otro día poner una lavadora con los trapos y bayetas. Recuerda también cepillar la escoba de vez en cuando e ir vaciando el aspirador. Y no olvides la fregona: lávala con agua jabonosa y déjala secar al sol.

8. Si las paredes hablaran...

Pedirían a gritos una buena limpieza. Haz la prueba: pasa un algodón con unas gotas de alcohol por la pared embaldosada de la cocina o el baño. ¡Verás la marca que queda! Para limpiar las paredes de forma efectiva, retira el polvo y después usa un limpiador específico para la superficie en concreto, siempre diluido en agua y dejando actuar unos minutos antes de secar.

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