La familia de María Paz crecía, ¡y parecía que su piso se encogía! Dos años se pasó buscando un nuevo hogar donde estuvieran todos cómodos (son una familia numerosa en toda regla: cuatro niños y los padres), hasta que al fin dio con éste. “¡Fue amor a primera a vista! Y eso que estaba destrozada. Me llamó el de la inmobiliaria y ese día me iba fatal, pero dije 'venga, voy'. Vi la sala, la terraza y le dije: “Es este”. Me contestó 'espera a ver el resto', ¡pero yo ya lo tenía claro! Fue como de película”, cuenta aún enamorada de su casa.
“Y no te lo creerás, pero es verdad. Yo iba con vuestra revista y decía 'quiero una casa El Mueble, que no sé qué estilo es, pero así es como la quiero. Todas mis ideas eran 10.000 revistas vuestras con mil papelitos pegados y luego me miraba la web y cogía más ideas”, nos cuenta (¡y nos encanta!).
Las interioristas Cristina Gamiz e Inés Sanchiz le echaron una mano con la reforma y la decoración, pero ¡María Paz sabía muy bien lo que quería! “Tiramos paredes para ganar luz. Veníamos de un piso oscuro y lo que queríamos era luz”. Y después de todo, sigue fiel a su espacio favorito, “el salón es lo que me enamoró. Y aquí estamos siempre, con las niñas jugando y sobre todo un momento que nos gusta es cuando ya dormimos al pequeño y estamos aquí con cuentos”. Porque lo suyo de una casa familiar como ésta es que sea para disfrutarla.
Otro lugar donde comparten mucho es la cocina. “No estaba ahí, la cambiamos de sitio, cerca de la terraza para que tuviera luz. Siempre habíamos querido un banco y una cristalera y aquí lo pudimos cumplir. Pusimos un banco grande para que cupieran todos los niños que tenemos y los que vengan y los amigos y ganamos luz con la cristalera. ¡Y queríamos una isla! También nos apetecía que fuera blanco y madera porque es lo más acogedor. Mi marido también es muy cocinitas. Queríamos taburetes altos para que las niñas se pudieran poner a ayudar. Todas tienen su delantal, les encanta hacer pizzas, aperitivos... Y luego bueno, detallitos de mi madre como 'cogemos estas cajas y las restauramos'...” (¡hay que hacer caso a las madres!).
Su madre, que por cierto restaura, y le aconsejó quedarse la mesa de su abuelo. “Me decía '¡esto va a quedar brutal!' y ahora es la mesa del despacho, y me encanta porque me recuerda a él”.
A nosotros uno de los rincones que nos ha encantado es el cuarto de sus hijas. “La puerta corredera comunica la habitación de la niñas, cuando hay amigos la abrimos ¡y ahí duermen como ocho! Mi idea es que tuvieran una habitación para todas con tres camas, pero que si una crece que pueda cerrarse... O que vengan amigos y sea la superfiesta, con camas nido debajo. Las camas están en línea, y eso fue cosa mía. En todos los planos la interiorista me ponía las camas de la otra manera, pero ¡yo quería mucho sitio para las niñas! Ahí es donde jugamos, hasta hacen gimnasia ahí", ja ja ja.
La casa les gusta tanto, que al menos por ahora aquí se quedan. “Nos gustaría ampliar visto que tenemos sitio y que podemos con más niños. ¡Ya iremos poniendo literas!”. Ay, ¡la vidilla que da una familia numerosa!