Revival deco

Tendencias decorativas que no deben volver de los años 60, 70, 80... ¿Las recuerdas?

Aunque muchos veces aplicamos aquello de cualquier tiempo pasado fue mejor, en cuestión de decoración damos gracias por haber dejado atrás algunas 'modas' de la casa de nuestra infancia

Txell Huguet

Redactora de El Mueble especializada en decoración y orden

Actualizado a 08 de abril de 2022, 12:19

Las paredes con gotelé

El gotelé ocupa nuestro primer lugar de fenómenos decorativos inexplicables que, aún hoy en día, muchas casas y pisos arrastran. ¿Qué por qué se impuso el gotelé? Decían que disimulaba las imperfecciones, aunque él era una imperfección en sí mismo. Sus paredes rugosas te podían atacar en cualquier descuido y eran mucho más difíciles de limpiar. Así que: adiós, gotelé, no te echaremos de menos. Si en tu piso aún está presente, te contamos cómo quitar el gotelé paso a paso.

El súper mueble de salón

Los muebles oscuros y robustos eran los protagonistas en las casas de los 70 y los 80. Daba igual los metros que tuvieran el salón y el comedor o su entrada de luz, los muebles eran así. Y en toda casa que se preciase no podía faltar el súper mueble casi de pared a pared y hasta el techo. Era perfecto para tener a mano desde la enciclopedia (otro dinosaurio en vías de extinción) a la colección de figuritas de porcelana de origen desconocido.

Papeles pintados psicodélicos, ¡qué mareo!

Los papeles geométricos y con aire psicodélico se pusieron de moda en los 60 y 70 y una casa que quería ser moderna no podía escaparse a esta tendencia. Lo malo era que si los tenías en frente del sofá y los mirabas fijamente podías acabar mareado. Además, entre los muebles oscuros y el papel, los espacios eran de todo menos acogedores. Sin embargo, estos papeles pintados sí que son perfectos para decorar y dar calidez.

La butaca de escay de la que no te podías levantar

Sillas y butacas de escay también nos acompañaron durante muchos años. Se trataba de un material sintético que imitaba el cuero y que se usaba para darle un aire pop a todo tipo de asientos. ¿Sus inconvenientes? Era frío como el hielo en invierno y, en verano, si te sentabas en pantalón corto, corrías el riesgo de no poderte levantar hasta el otoño siguiente.

Suelos de terrazo sufridos y muy feos también

Aunque los suelos de terrazo vuelven a estar de moda, la verdad es que los de los 80 no tienen nada que ver con los diseños coloristas que se llevan hoy en día. Los de nuestra infancia eran en tonos apagados y aburridos que no daban nada de juego dentro de casa. Aunque claro, a sufridos y económicos no les ganaba nadie.

Un sofá en un color imposible

Lo del sofá claro y en tonos neutros no se llevaba nada en los 80. Al contrario, se elegían normalmente sofás más oscuros e, incluso, con estampados para que fueran sufridos, resistentes y las manchas se disimularán mejor. Y luego, siempre se le podía poner un toque final al respaldo con tapetes de ganchillo hechos por tu abuela. Sigue nuestros consejos para acertar con el color del sofá.

Un pasillo muy largo, como en El Resplandor

Desconocemos el motivo por el cual las casas de nuestra infancia permitían hacer 9.000 pasos diarios con solo que fueras tres veces al baño. No era largos, eran lo siguiente y muchas veces iban acompañados de tétricos apliques cada 2 metros, con lo cual había más oscuridad que luz, y pequeños cuadritos y decoración de dudoso gusto. Eso sí, eran perfectos para aprender a patinar en casa (a pesar de las quejas de los vecinos de abajo).

Poner tapetes sobre los muebles

Y es que los tapetes tenían la capacidad de cubrir cualquier mesa o mueble que se les pusieran por delante. En el recibidor, el aparador del comedor, el tocador del dormitorio... ¡Había tapetes por todos lados! Y ojo eran como un auténtico imán para el polvo y la suciedad que necesitaban un buen lavado de vez en cuando.

 

 

El cuadro XXL con un paisaje o animales

Como si de un sala del Museo del Prado se tratara, muchas casas de los 80 tenían un cuadro a lo grande presidiendo el salón. Un paisaje pastoril, patos en un lago, un campo con heno... Una obra de gran formato que no se sabe muy bien qué pintaba allí.

Relojes de diseños imposibles en la pared

Un reloj de madera tallado en el salón, otro de cuco un poco tétrico en la habitación de los niños o uno dorado con un cuadro de Dalí de fondo... Estos son solo algunos de los espejos que recuerdo de la casa de mi infancia. ¿Era necesaria tanta puntualidad y disparidad de estilos dentro de casa?

Lámparas de sobremesa de la familia Monster

La luz ambiental también estaba muy presente en las casas de nuestra infancia y las lámparas de sobremesa y de pie tenían pies y pantallas de lo más variopinto. Sus pies tallados y con formas humanas (en mi casa había una con pie de bailarina) son un moda que, gracias a dios, pasó a mejor vida. También se llevaban mucho las pantallas con flecos. Busca la que más te guste en estas 20 lámparas de sobremesa en todos los estilos.

Ceniceros por toda la casa

30 y 40 años atrás, en la mayoría de hogares algún miembro de la familia fumaba libremente por toda la casa, por eso era normal encontrar todo tipo de ceniceros repartidos por ella. Ceniceros que parecían esculturas de cristal convivían con ceniceros recuerdo de Cuenca y otros de propaganda. Una mezcla imposible.

Las fotos de la comunión colgadas

Otro clásico de los 70-80 eran las fotos de nuestra comunión colgadas casi en formato real en las paredes de casa. Y ojo, podíamos estar nosotros, pero también primos y otros parientes... Poca gente queda bien el día de su comunión, así que no es una imagen que quieras ver a diario y a lo grande. Estas imágenes podían estar combinadas también con otras de días señalados como bodas, bautizos, la típica foto de la mili...

La colección de joyeros de Maria Antonieta

En los dormitorios de los 70-80, además de muebles robustos de madera oscura (como en el resto de la casa), no podía faltar tampoco una zona de tocador salida, casi casi, de la madrastra de Blancanieves. Varios joyeros de cristal tallado con tapa plateada, con bandejitas y espejo de mano a juego. ¡Qué miedo!

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