De piso centenario oscuro e incómodo a pisazo moderno y súper estiloso en pleno centro de Madrid

Cuando Teresa, la joven propietaria de este (ahora) impresionante piso en el centro de Madrid, lo vio por primera vez no fue inmediatamente consciente de sus posibilidades. "Lo iba a descartar, pero gracias a Cris y Fer comprendí sus posibilidades", nos cuenta. Hablamos por tanto de una casa centenaria y, por tanto, la reforma fue intensa. Ni rastro quedó de los seis oscuros dormitorios originales y los tabiques que impedían el paso. 

Cris y Fer son Cristina Manene y Fernando Orte, arquitectos del estudio Aldescubierto (y que diseñaron también casi todos los muebles), con quien estableció una gran conexión que se traduce en una amistad que aún les une. “No se había tocado en 50 años, pero vimos muy rápido el potencial, ya que tiene tres orientaciones distintas (este, sur y oeste)”, nos cuenta Cristina Manene.

“Hay pocos pisos en Madrid Centro con todo exterior y nueve balconeras. Fue el primero que vi, nos confiesa la propietaria. La reforma duró menos de un año y consistió en acabar (casi) con todo.

En la planta principal, recibidor, salón, comedor y cocina están unidos, pero conectados por columnas de madera originales de la casa que recuerdan la anterior distribución. “El armazón de entrada al salón no se puede tocar, tiene su labor estructural”, apunta la arquitecta.

 También se mantuvieron las ventanas y contraventanas, y varias fotos de la casa de origen (es la serie de postales de la pared del comedor).

Desde el momento en el que se pone un pie en este piso, se ve cuál es su esencia. Por un lado, los elementos recuperados, como la rama de madera sobre el banco, y, por el otro, muebles actuales, como la estantería de módulos diseñada por los arquitectos.

Aunque la propietaria se entendió a la perfección desde el primer momento con sus arquitectos, también tenía sus propias ideas. “Los arquitectos eran más de cocina de isla abierta al comedor, pero yo me empeñé en cerrarla”, confirma Teresa, que sabía cómo quería la casa de sus sueños y que buscó inspiración aquí y allí: “Saqué de Pinterest la idea de la estantería en módulos”, apunta.

“Diseñamos la cocina con la propietaria, que apostó mucho por no esconder, quería una zona abierta con los platos vistos”, continúa Cristina.

En las zonas privadas manda el blanco: es el color que cubre las vigas de madera del dormitorio y tiñe el microcemento en que está hecho el baño. Junto a la cama, una escalera de barco sube al altillo, una buhardilla con tanto encanto como la casa y su historia. Y es que la considerable altura de los techos permitió sacar un altillo inesperado sobre el dormitorio principal.

El baño está justo detrás del dormitorio, separado por un tabique acristalado que deja pasar la luz hasta el baño a la vez que sirve de cabecero.

Además, en un lateral del baño, los arquitectos consiguieron cumplir uno de los sueños decorativos de la propietaria: “Ver el vestidor abierto me da la vida”, admite Teresa.

Los tonos más cálidos reinan en el segundo dormitorio, en el que el original cabecero de fibras corona el dormitorio y la ropa de cama de colores cálidos ayuda a subir la temperatura. 

Los arquitectos Cristina Manene y Fernando Orte, del estudio Aldescubierto, responsables de la reforma.