Cuando su abuelo le regaló esta finca en una cala de Andratx en la que tantas veces había jugado de niña, la arquitecta mallorquina Catalina Horvath decidió que no la vendería. Sería su segunda residencia, pero también quería hacer de ella una carta de amor a sus raíces. “Sabía que quería usar pocos materiales, pero que fueran muy mallorquines y artesanales. Deseaba reivindicar oficios que casi están desapareciendo”, nos explica sobre la reforma integral.
Tuvo la suerte de poder llevarla a cabo con su amiga Adriana Arranz-Sobrini, de Galán Sobrini Arquitectos. “La construcción de los 60 estaba obsoleta. Por ello, apostamos por cambiar la distribución y los acabados, así como ampliar los espacios”, nos dicen. En toda la casa, las baldosas del suelo (que además es radiante) son hechas a mano de barro mallorquín en tono rosa marés. Esta reforma confiada a la constructora local Repack hizo otros guiños a la tradición. Vamos a ver la casa más bonita de Mallorca.
Proyecto de paisajismo de Mashamba. Mesa de piedra de Constructora Repack, responsable de la reforma. Sillas de hierro de Fusta i Ferro.
El Mueble
Amor a la tierra
Con la que sería su segunda residencia familiar, la arquitecta Catalina Horvath quiso escribir una carta de amor a sus raíces. “Sabía que quería usar pocos materiales, pero que fueran muy mallorquines y artesanales".
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Sillas de Sillas Menorca. Lámparas de techo compradas en Marruecos. Cortinas en Tapizados Luna. Mantel en Margarita Ventura.
El Mueble
Un porche muy mediterráneo
Antiguas tejas de la construcción original fueron empleadas para hacer apliques de pared, mientras que en las contraventanas se apostó por las típicas maderas laminadas y el empolvado azul mediterráneo.
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Sofás y butacas de Point, en Lifestyle Garden. Butacas de bambú de El Corte Inglés. Mesas de centro de Constructora Repack. Alfombra en Rialto Living.
El Mueble
Vigas y lino para sobremesas infinitas
También en el porche, encontramos un amable y relajado salón de exterior de muebles ligeros. Las cortinas se mueven con la brisa y permiten protegerse del sol.
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Colchonetas y cojines blancos a medida en Tapizados Luna. Cojines verdes y mostaza en Rialto Living, como los jarrones en la mesa.
El Mueble
Un jardín en blanco
"Hicimos algo muy mediterráneo: pusimos muebles de obra tanto en el exterior como en el interior, que dan un aspecto sencillo y minimalista", nos cuentan las arquitectas Catalina Horvath y Adriana Arranz-Sobrini. Los bancos de obra se enfoscaron usando materiales y colores típicos de la zona, rodeados de especies autóctonas en el jardín con piscina.
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Mesa y taburete de Findings Gallery. Alfombra en Rialto Living. El suelo de la casa es un
El Mueble
Blanco, minimal, escultórico
En el vestíbulo, la escalera, escultórica, envolvente y con pintura a la cal, nos adelanta otra constante de la casa: los elementos arquitectónicos decoran. Y también camuflan las instalaciones. Por ejemplo, el aire acondicionado se esconde en los anchos laterales que sostienen el arco de acceso al salón.
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Sofás de Ormo´s. Mesas y lámpara de herencia familiar. Butacas de Ofelia. Cojines y manta en Rialto Living. Plaid en Matèria. Cuadro de Max Cobalto.
El Mueble
Un salón para vivirlo
Dentro, Catalina quiso arropar el estar con cortinas de lino puro y, para darle más encanto, reutilizó las barras de las cortinas de la casa original. En realidad, “el cuadro de Max Cobalto es de las pocas piezas que he comprado nuevas para la casa. He intentado que casi todo fuera de herencia familiar para reforzar lo que yo quería transmitir”.
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Arquitectos. Lámparas de techo de Ikea. En la isla, paños en Matèria. Cesto en Rialto Living.
El Mueble
La cocina, con isla, comedor y salida a la terraza
Es especialmente espectacular la cristalera con arco superior que ocupa toda una pared de la cocina, hecha en madera de iroco. La madera que usaron en el interior es de sepi tintado. ¿Por qué esta? Es la empleada, con forma de rejilla, en los frontales de la cocina y en los armarios de los baños, como se hacía tradicionalmente para favorecer la ventilación. “La cocina está hecha de micromortero de acabado rústico en blanco y la encimera es una piedra (se llama tigris sand volcano) abujardada y envejecida”, nos explica Catalina.
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Lámpara de sobremesa de Tristán Domecq. Banco de obra con colchoneta y cojines blancos, en Tapizados Luna. Cojines en Rialto Living. Plaid de Teixidors, en Matèria.
El Mueble
Un rincón muy mallorquín
En el dormitorio de los padres, se ha hecho de obra la base de un sofá a modo de rincón de lectura que, “en realidad, tiene la medida de una cama infantil, por si los niños quieren dormir con nosotros”, nos comenta Catalina.
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Muebles de obra diseño de las arquitectas. Ropa de cama de Zara Home. Espejo y baúl de herencia familiar. Alfombra en Rialto Living.
El Mueble
Un dormitorio con vistas al mar
En el dormitorio, también es de obra la base de la cama y el cabecero. “Aquí mandan los tonos tierra, que propician la calma y el aire mediterráneo que buscábamos”, prosigue Adriana.
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Diseño de las arquitectas en micromortero de acabado rústico. Grifería de Tres Grifería. Toallas en Rialto Living.
El Mueble
Un baño minimalista en el que no sobra nada
También en el cuarto de baño las arquitectas pensaron en los característicos acabados típicos de la isla. El mueble del lavabo y la pared de la ducha son de micromortero blanco, mientras que al plato de la ducha se han añadido cantos redondeados. Todo el Mediterráneo cabe en esta casa.