Tenemos un salón El Mueble para cada edad: ¡de los 30 a los 60!

¡Ya tienes casa! Alquilada o propia. En solitario o compartida con amigas o con tu chico, el caso es que ¡por fin te has independizado! Y quieres darle tu toque especial. Has empezado por decorar el salón con lo básico: un sofá desenfundable, una librería ligera y complementos de fibra que te chiflan. En la pared, una composición de láminas enmarcadas y espejos pero, eso sí, sin agujerearla. Un salón moderno y sencillo, como este decorado por Paula Duarte.

Lo llevas a rajatabla en tus outfits diarios y ves que también funciona en la deco de tu casa: los colores neutros te ofrecen esa serenidad que precisas después de un duro día de trabajo. Blanco, gris, beis son tus mejores aliados. Además, has elegido un práctico sofá cama para que tu amiga del alma pueda quedarse a dormir todas esas noches en las que salís de fiesta. 

Puede que tu primer piso tenga unas dimensiones reducidas pero para ti es perfecto. Y si encima es abuhardillado, le ves encanto por todas partes. En tu salón no renuncies a poner una alfombra mullida que te haga más cómoda la pisada. Y si eliges un estampado étnico o geométrico, darás a entender que estás en la onda decorativa. Belén Ferrándiz conservó en este salón rústico las vigas y la piedra vista.

En tu búsqueda incesante de pisos tenías muy claro que tu casa debería tener sí o sí terraza. ¡Y lo has conseguido! Ya la has llenado de macetas con plantas resistentes y la has acondicionado a tu gusto para recibir en ella a tus amigos. Unos bancos corridos, unas butacas para tomar el sol y ¡por supuesto la guirnalda luminosa! Esa contraseña inequívoca para que todos sepan dónde vives. En la imagen, Ana Blanco y Fran Mengíbar decoraron la pared con unos estantes flotantes e integraron el comedor en el salón.

En tu primera casa, da importancia a los textiles. Primera regla: viste el sofá con muchos cojines, a ser posible de color para que dinamicen el sofá neutro. ¡Y no te olvides del plaid! Imprescindible en los maratones nocturnos de series. Segunda regla: coloca un estor que te blinde del sol y te facilite la privacidad que precisas. En este salón, la interiorista Gloria Borrás eligió un sofá rinconero, unos pufs que hacen de mesitas de centro y unas fotos familiares para decorar la pared.

A esta edad te sientes más segura. Es posible que hayan llegado los niños... O no. De tu primera casa puede que te hayas llevado algo: una mesa, una alfombra, una lámpara que ha encontrado su hueco en el salón. Pero también has apostado por nuevos fichajes: una butaca de diseño que llevas años persiguiendo. ¡Ahora te lo puedes permitir! Y además, os habéis atrevido a pintar las paredes de color. La interiorista Sandra Dachs ha elegido aquí un suave beis, súper cálido.

Te has vuelto más selectiva ¡y lo notas! Ya no compras muebles por impulso como antes. Prefieres pocas piezas en el salón, pero de calidad, que muchas inconexas. Y lo mismo te pasa con los colores, te decantas por uno dominante y el resto gira en torno a él. La interiorista Lucía Mariñas ha elegido aquí tonos tostados, butacas, anchas y de diseño redondo que recogen fenomenal los riñones, una mesa ligera y un bonito cuadro abstracto que parece decir... ¡Adiós, láminas, adiós! 

Qué tendrá este sofá que te hipnotiza. Desde siempre dijiste que tu sueño era tener una casa y un imponente chester en tu salón. Pues bien ¡sueño cumplido! Te encanta recibir en él a tus amigos y mantener con ellos largas sobremesas. Y a ellos parece que también les gusta porque ¡lo que cuesta levantarlos! Como eres una ávida lectora, te has decantado por una librería clásica. Eso sí, ya has aprendido a combinar los libros con objetos deco y plantas para que no quede tan estática visualmente. Este salón es un proyecto de Aurora Monasterio.

No hay nada que os guste más que invitar a amigos en casa. Mientras los niños juegan sentados en la alfombra, vosotros no paráis de hablar y reír. Por eso, disponer de asientos extra en el salón era vital para vosotros. Además del sofá rinconero (un modelo en el que caben más) tenéis pufs, un banco y un mueble bajo que en un momento dado puede convertirse en improvisados taburetes. Y como mesas de centro unas de tipo nido, ligeras y redondas fáciles de mover. Este salón ha sido diseñado por Pía Capdevila.

Ya no os importa quedaros una tarde de invierno en casa jugando con los niños. En ese sofá rinconero cabéis todos ¡es la mejor inversión que habéis hecho! En él tenéis tiempo para ver la última de Disney, echar una partida al Trivial o montar el poblado indio sentados en la alfombra. Da igual que se ensucie ¡es lavable! Cuando hay peques en casa los colores alegres se apoderan de los textiles. Como en este salón, decorado por Marta Prats, donde los tonos grises reviven gracias a los rosas y mostaza.

Y como el no quiere la cosa, vas y te plantas en los 50. Cifra que asusta pronunciar pero que a ti ni fu ni fa porque te sientes en total plenitud. Con tus hijos ya mayores, ha llegado el momento de pensar en ti. Y lo primero que haces es jubilar el sofá que tanto trote le habéis dado y hacerte con uno con todo lujo de detalles: asientos más anchos y profundos, respaldos altos que te recogen toda la espalda, en un color blanco roto que te encanta. Y para acompañarlo, has elegido un par de butacas tapizadas en terciopelo turquesa, a juego con los cojines. Y una mesa súper moderna —como esta tipo bandeja elegida por Natalia Zubizarreta—. ¡Porque tú lo vales!

Hace tiempo que sientes debilidad por ese estilo atemporal que resiste con estilo el paso del tiempo. Y quieres llevarlo a tu salón. Por eso decides decorarlo con una librería blanca tipo boiserie a ambos lados de la chimenea decorativa, una mesa maciza de madera que según va pasando el tiempo adquiere más belleza y unas butacas retapizadas con un estampado botánico que refresquen la estancia. Ves el resultado ¡y te encanta!

Ahora o nunca. Por fin te has decidido a que tu salón comparta espacio con la cocina y el comedor porque es tendencia y porque cada vez te gustan más las cosas simples y funcionales. Y eso de ver toda tu casa de un vistazo te sorprende. Aumenta tu fascinación por el blanco que todo lo ilumina y decides apostar por él en muebles y textiles. Y al igual que cuando tenías 30 años, sigues devorando series frente al televisor bien tapadita con la manta. Aunque ahora quien te hace compañía no es tu amiga del alma, sino tu hija.

Te encanta tu sofá pero tiene tal trote que por algunas partes está desgastado. Retapizarlo puede ser una gran solución. Con ese simple gesto lograrás que tu salón parezca otro. Cambia las fundas de los cojines y duplica las cortinas blancas livianas con unas largas más tupidas. Acompaña tu butaca con un reposapiés para que te descansen las piernas mientras disfrutas de tu último best seller. Mercedes Pérez ha conseguido un salón moderno y espacioso gracias al empleo de  colores neutros y tostados.

A esta edad no apetece meterse en grandes reformas pero sí conseguir resultados espléndidos con pequeñas acciones, por ejemplo decorar la pared del salón con molduras o ganar luz con un cerramiento acristalado. Como hizo aquí la interiorista Asun Antó. Y también ¿por qué no? Darse de vez en cuando algún que otro capricho: una lámpara de diseño, una obra de arte vista en una galería o, más asequible,  una planta XL que ponga a prueba la jardinera que llevas dentro.

A partir de los 60 años, quieres que tu casa en general y tu salón en particular sean, ante todo, cómodos y acogedores. Empiezas a plantearte si cerrar la casa de la ciudad e irte a vivir a la del pueblo o a la de la playa, donde cada vez pasas más tiempo. Y es que lo que quieres es tranquilidad. Y solo aquí la encuentras. Así que un día te ves cambiando los muebles para lograr la casa de tus sueños en tu segunda residencia: sofás blancos en torno a la chimenea, chaise longue, muebles de madera, alfombras de fibra...

Ahora más que nunca aprecias la calidad de vida. Y quieres que ese sentimiento se refleje en tu salón. Dispón de zonas de paso  amplias, elige asientos altos —aunque estás fenomenal, las articulaciones ya se resienten—, hazte con muebles bajos tipo cómodas que te faciliten el almacenamiento, reviste el suelo de madera —amortigua mejor las caídas—, opta por alfombras antideslizantes... En definitiva, adopta una base decorativa preventiva. Y sin perder un ápice de estilo. Como este salón clásico decorado por Mausha Marsá y Tanana Montero.

¿Siempre te han gustado las lámparas de araña? ¡Nunca es tarde para darse un capricho!  Pon una en el salón y disfruta del tintineo de los cristales y sus caprichosas figuras reflejadas en la pared. En cuestión de electricidad tienes que tener en cuenta otras cuestiones: cuántos más interruptores de luz haya, mejor. A la entrada y salida del salón, en la zona de lectura, en el comedor... Procura que los cables siempre estén recogidos para evitar pequeños accidentes.

Cuando pasas la barrera de los 60, es cierto que tus necesidades decorativas son otras pero eso no significa que tengas que renunciar al color, a las piezas de anticuario o a colocar, por ejemplo, en el salón un espejo de pie para ver lo bien que te conservas. Es lo que ha hecho la interiorista Sylvia Preslar en este elegante salón que gana luz y alegría con un sofá amarillo y un espectacular espejo dorado. 

Sigues recibiendo en casa a los amigos de toda la vida o a la familia en tropel. En esos momentos de sociabilidad intensa vienen bien un par de sofás enfrentados donde mantener buenas conversaciones. Y una o dos mesas redondas que ocupan menos espacio. Además, te harás fan de los muebles con bordes redondeados que evitarán golpes fortuitos. En la imagen, el interiorista Carlos Álvarez ha ideado dos ambientes en este salón: uno más social con sofás y otro más íntimo, con dos butacas y reposapiés en torno a la chimenea.