El azul es el protagonista en este pequeño ático en Bilbao que derrocha personalidad

Este ático de 1920 en Neguri “era un bombón de sitio”, nos cuenta Begoña Susaeta de Sube Interiorismo, “y ya estaba reformado, pero sin personalidad y vacío, lo que hicimos fue decorarlo”.

Empezaron por el salón, con vistas a Getxo y al Abra. Una panorámica sobre estas joyas de Bilbao pedía un homenaje a sus colores. “Quise exactamente ese tono de azul, que parece fácil pero no lo es (de hecho es papel, no pintura), y no paré hasta encontrarlo”, prosigue.

El papel da calidez a las paredes, algo que nunca viene mal en el norte, sobre todo cuando los techos tienen una altura de hasta cinco metros. “Dejamos las vigas a la vista porque eran espectaculares, pero las pintamos de blanco; lo más parecido a una ‘obra’ que hicimos fueron algunas rozas para poner luminarias en las vigas”, prosigue la decoradora.

Hasta la lámpara del comedor cuelga de la pared para no intervenir de más. “El cliente tampoco quería gastarse demasiado, por eso los dos armarios para la vajilla son de DM con tiradores de cuero de Zara Home”, explica Begoña. Llama también la atención el ribete azul que la interiorista ha colocado en las alfombras, dando unidad a los espacios. 

El comedor se planificó con mucho almacenaje para guardar tanto la vajilla, como la cristalería o los manteles. Para suavizar el increíble efecto del papel pintado azul, se eligieron con acabado en blanco. 

Aunque pequeña, esta estancia unifica la zona del salón y el comedor, aunque separados por un pequeño tabique que hace de diferenciador de espacios natural entre ambos usos. 

La cocina ya estaba así cuando llegaron, “pero nos parecía algo desangelada así que la enmarcamos de azul e hicimos la península de roble y DM”.

El aire de Bilbao definitivo llega en la cocina, a la que añadieron taburetes rojos... “Y ya te viene a la cabeza el Athletic de Bilbao”, bromea medio en serio la decoradora. Así se crea un claro contraste con el azul de las paredes y los muebles de color blanco. Los tres colores de una ciudad, juntos en un ático centenario actualizado para presente y futuro.

La cocina es abierta. Y así se encontraba de origen. La interiorista diseñó unos muebles que contrastan con el azul del papel, con una barra de desayunos que hace de nexo entre los espacios. 

Reservó el verdeagua para el dormitorio principal (también empapelado en vez de pintado). Otro graduación de azul que mantiene la escala cromática del resto de la casa.

Todas las piezas se eligieron con el especial cuidado que necesita un dormitorio pequeño que, además, cuenta con dos ventanas que dificultan la distribución. 

Aquí el reto era el espacio: tuvo que diseñar una cómoda de poco fondo que después pintó del color de las paredes para los pies de la cama. Y también hizo a medida las mesitas de haya barnizada.

En el dormitorio infantil, también el papel pintado y el color azul son los protagonistas. Por un lado, se ha empapelado la pared con un divertido modelo de animales blancos con fondo gris; mientras que el azul se ha destinado a la estructura de la cama. Y esta es muy original, ya que cuenta con una zona acolchada para poder apoyarse cómodamente en la pared y una cajonera a modo de cabecero, que aumenta el almacenaje.  

Ubicada cerca de la ventana, esta pequeña zona de estudio cuenta con toda la luz natural posible y con un ligero diseño al que no le falta de nada. Por un lado, los estantes de madera aportan calidez, mientras que la original mesa ofrece una cómoda superficie, así como cajones para guardar.