La lectora Mirari es auxiliar de vuelo y la revista El Mueble la ha acompañado durante 25 años en todos sus viajes. Desde Nueva York, hasta Tokio. "Llevarla conmigo me hacia sentir en casa", confiesa nuestra protagonista de hoy.
Como buena lectora, le encanta la decoración y ¡ha cambiado su casa hasta en cinco ocasiones! "Por suerte, mi marido Markus siempre me acompaña en esta locura y me da carta blanca", explica mientras entramos al salón.
Admite que se enamoró de este piso de 105 m2 en San Sebastián más entrar en él. "Tiene unas vistas maravillosas al Peine del Viento y al Monte Igueldo. Algo irresistible para una donostiarra como yo", explica la anfitriona.
Los muebles del salón van con ella desde hace ya cuatro casas. Son de Roche Bobois: la única condición de su marido. Pero aún hay más cosas que les acompañan. ¿Un ejemplo? El reloj de pared o la butaca de madera del rincón de lectura, que es un recuerdo familiar de Markus que trajeron de Alemania.
Como la lámpara de mesa de billar, comprada en un mercadillo de allí y pintada por ellos. ¿Su próximo proyecto? Crear un armario que esconda el televisor inspirado en algunas de las piezas que suele diseñar Asun Anto y que ha fichado en la revista. Además, retapizó ella misma las sillas del comedor en cuatro ocasiones.
"Aunque en el norte las terrazas son un poco tristes en invierno, me gusta mantener las guirnaldas y vestirlas. Porque si mirar por la ventana en un día de temporal y ver las olas del mar es todo un espectáculo... ¡Imagínate cómo enmarca la vista una terraza bonita!", exclama la lectora.
La cocina es un espacio semiabierto al salón. "Su distribución es súper cómoda. Dejamos una viga y un pilar de hormigón como habíamos visto en El Mueble, en una casa de Natalia Zubizarreta. ¡Me encantan sus reformas!", admite Mirari.
El dormitorio tiene un vestidor reconvertido en despacho, "algo muy necesario en los tiempos que corren", cuenta. ¿Un flechazo? El papel pintado de la pared. "Yo misma empapelé el cabecero y el armario de la entrada que usamos como vestidor", explica.
Las habitaciones de sus hijos son muy funcionales. "Pero en breve les pondré también un poquito de papel pintado para hacerlas más acogedoras, ¡porque me encanta!", sentencia la anfitriona.