Según nos cuenta Natalia Zubizarreta, muchas viviendas de nueva construcción se venden con distribuciones interiores que no se sostienen, donde los acabados no son buenos, los materiales son muy básicos y los clientes se llevan muchos disgustos. “Este fue uno de esos casos donde la casa venía con muchas “taras” y nos hemos esforzado mucho por disimularlas”, asegura. “El suelo no estaba bien instalado, las tomas de electricidad e iluminación eran escasas y la pintura dejaba mucho que desear, así que, además de interiorismo, hemos reparado y disimulado mucho de esto”.
La vivienda consta de 3 habitaciones y dos baños y tiene unos 100 m2 útiles, aunque se decidió que uno de los dormitorios se dejó sin vestir porque, de momento, no se iba a usar. “Con ese dinero que ahorrábamos de este espacio se pudo vestir mejor el resto de la casa”. Al final, los clientes han invertido en lo realmente importante, que son cocina, armarios, muebles de baño, sofá y camas, ajustando otras partidas sin dispararse en el presupuesto y conseguir así la casa de sus sueños.