¿Debería cambiar mis electrodomésticos?

Antes de tomar una decisión acerca de si ha llegado el momento de cambiar alguno de tus electrodomésticos, te sugerimos que te hagas las siguientes preguntas. Si respondes que sí a todas ellas, debes replantearte porqué quieres cambiarlo. Tal vez no sea tan necesario como pensabas.

Obviamente esta debe ser la primera cuestión. Si tu electrodoméstico funciona perfectamente, no deberías cambiarlo puesto que supone un gasto elevado para tu presupuesto y estarías contribuyendo a contaminar un poquito más nuestro planeta. Si está fallando, pasa al siguiente punto.

Si la respuesta es correcta, haz uso de ella para llevarlo a reparar. Si no entra dentro del periodo de garantía, habrá que analizar a qué se debe que esté fallado: si es por un uso incorrecto, o que simplemente porque necesite mantenimiento. Si hay que repararlo, ahí sí que te recomendamos que valores el costo, puesto que hay ocasiones en las que te sale más a cuenta comprar uno nuevo.

¿Sí? Pues ya lo sabes, disfrútalo mientras dure. Sin embargo, si tu situación ha cambiado y necesitas una lavadora con más capacidad porque ha aumentado la familia, o tu nevera se ha quedado pequeña, conviene valorar las opciones. También se da el caso de que necesites incorporar nuevas funcionalidades para que tu día a día sea mejor. Y ya de paso mira cómo organizar bien tu nevera.

Con esto nos referimos a que si tu electrodoméstico gasta muchos recursos aunque funcione bien, ya sea agua, electricidad o gas. Si tienes que cambiarlo sin remedio, entonces sí que debes optar por uno de calidad energética A, puesto que te harán ahorrar energía y compensa la diferencia de precio con uno de menor calidad. Sin embargo, si funciona bien déjalo, no supone un ahorro a la hora de comprar uno nuevo.

No deshacernos antes de tiempo de las cosas que aún son útiles, es una buena forma de luchar contra esto. La obsolescencia programada se trata del control que ejercen algunas marcas en nuestros hábitos de consumo, al diseñar productos que dejarán de funcionar en el tiempo que ellos decidan que lo harán. Así no nos quedará más remedio que cambiar cada dos por tres, principalmente sucede con los aparatos tecnológicos.

Para saber si hemos amortizado un producto de este tipo, basta con dividir lo que nos costó entre el tiempo que tiene de vida. Por ejemplo, si tu plancha te ha costado  100€ y esperas que te dure 6 años, cada año amortizarás algo más de 16€. De esta forma cada año irás acumulando ese valor hasta que pase el tiempo de vida esperado. Si deja de serte útil antes, haz la cuenta del dinero que has desaprovechado.