Cuanto más jóvenes, menos pensamos en el futuro y en el qué pasará y dejaremos a los nuestros. Es normal. Pero alcanzada la edad adulta y una vez tenemos nuestros propios ahorros, conviene mirar más allá e invertir en ese devenir. Invertir, por ejemplo, en pisos, parkings o, si es posible, negocios. Eso nos reportará una serie de beneficios mensuales y una estabilidad, sobre todo de cara a ese futuro, para ti y para los tuyos que hará que, entonces, te des cuenta de que fue el 'dineral' mejor invertido.