El Hotel Grace Santorini es una joya de las islas griegas. Un rincón exquisito abierto al Mar Egeo y al volcán.
El nombre de Santorini se lo pusieron los mercaderes venecianos medievales, que la llamaron Santa Irene en honor a la patrona de la isla, previamente llamada Thera Kalliste (la más hermosa). Ésta es una acepción que le viene como anillo al dedo a esta isla, la más meridional de las Cícladas, y cuya espectacular belleza se debe a su singular topografía, al tratarse de una elevación montañosa creada a partir de una explosión volcánica (la caldera inundada está en el centro de la isla).
En este impresionante enclave, a 300 metros sobre el nivel del mar, en el pequeño pueblo de Imerovigli, a solo 2 km de Fira, la capital, se encuentra el hotel boutique y villas Grace Santorini. Construido en tres fases, de 2008 a 2010, el hotel se proyectó en siete alturas sobre la montaña a modo de cascada. Los artífices de este paraíso vacacional son el estudio de arquitectura Diversity & Mplusm, con sede en Londres y en Atenas, la interiorista Sophia Vantaraki y el paisajista Simon Ra.
Entre todos proyectaron un hotel archipremiado (premios World Travel, The European Hotel Design, etc.) e incluido en las guías de los más selectos del mundo.
El hotel cuenta con veinte exclusivas habitaciones, cada una de ellas con su terraza privada y unas vistas excepcionales a la caldera del volcán y al inmenso horizonte azul del mar Egeo y el cielo de las islas griegas.
“El hotel supuso una interpretación contemporánea de la arquitectura autóctona. Esto es, el blanco como color absolutamente protagonista, en interior y exterior; economía de espacio; simplicidad estructural y formas orgánicas (suaves, redondeadas) que caracterizan las construcciones de las islas Cícladas”, explican los arquitectos. Así, los suelos de cemento, el material de la roca volcánica en muros y cubiertas, las paredes encaladas a mano y varias piscinas formando una suerte de zigzag entre escaleras y terrazas son las señas de identidad de este maravilloso lugar, lleno de luz, magia y encanto. En los interiores, todo un ejemplo del neolujo, con un estilo shabby chic y una atmósfera muy ascética, todo invita al descanso, al relax y al bienestar.
El homenaje a la arquitectura local se nota en los fragmentos de roca volcánica que se han incluido en las ventanas de varias habitaciones (por cuyas ranuras se vislumbra la impactante caldera inundada), en la simplicidad del mobiliario (casi todo de obra, excavado en las paredes), en los trabajos de piedra de escaleras y muretes, en los espacios blancos, vacíos, en las puertas pintadas de azul intenso o en los juegos de luces y sombras.
El toque de glamour viene de la mano de piezas clásicas del diseño contemporáneo (siempre blancas) firmadas por los Eames o Aarnio, ubicadas junto a las camas, o de las fotografías de gran formato en blanco y negro que sustituyen a los cabeceros, o de iconos vintage como la silla Acapulco, que decora las terrazas situadas junto a las piscinas.
Todo en este hotel, de simplicidad espartana, está no obstante cuidado al detalle. Así, los cuartos de baño de cada habitación incluyen bellas y confortables bañeras excavadas a ras de suelo, a modo de pequeños spas, y lavabos XXL de piedra local equipados con griferías de diseño y de última tecnología. El guiño a la artesanía de la isla se hizo con las coloridas alfombras y la exquisita ropa de cama, en blanco inmaculado.
La hilera de tumbonas de factura actual en aluminio y fibra que se alinean frente a la piscina principal te hace “bajar” a la realidad y pensar que no estás solo en medio del océano, con la única compañía de tus pensamientos flotando entre el mar azul y el cielo azul. Un paraíso de paz, acogedor y exquisito, donde las vacaciones se pueden saborear con calma, relax, armonía y equilibrio.
El hotel cuenta además con infinitos servicios personalizados. Es, en definitiva, el tesoro de la isla.
www.santorinigrace.com