¿Sabes que tu casa tiene imanes del polvo?

 Apaga la luz y con la bombilla fría, frótala con un papel mojado en alcohol de quemar (nunca agua). Cuando se evapore, quedará reluciente. Ahora solo te quedará encenderla y comprobar que has conseguido no solo más limpieza sino también mucha más luz. 

 Si son de madera, haz una mezcla con alcohol de quemar, vinagre blanco y agua destilada. Luego, para darles brillo, pásales un trapo humedecido con aceite de lino. Y si son marcos de aluminio, límpialos con una bayeta mojada en detergente neutro y enjuágalos bien. 

El polvo se engancha en la cera y las velas se ven sucias y viejas. Empapa un trapo en aceite y frota las zonas más oscuras. O si lo prefieres, introdúcelas en un recipiente con abundante agua fría (que sí, que sí) y jabón neutro. Las lavas suavemente, las aclaras y las secas bien con un trapo fino.

 Casi no lo vemos pero las hojas acumulan polvo y van ahogando poco a poco a la planta. Si no quieres detenerte hoja por hoja con un algodón mojado en agua, mete la planta en la bañera y dale una ducha. Y si todavía quieres trabajar menos, espera a que llueva y sácala a la terraza.

 Bájalas totalmente y cierra las tablillas. Pásales el aspirador. Ahora, ábrelas completamente y pasa un cepillo limpiador especial para venecianas (lo puedes encontrar en Leroy Merlin, por ejemplo, por 5,95€), que logra limpiar lama a lama sin esfuerzo alguno.  

 ¿Sabes que en tu colchón pueden vivir entre 100.000 y 10.000.000 de ácaros? Cambiar regularmente las sábanas ayuda a minimizarlos pero debes actuar más profundamente. ¿Cómo? Esparce bicarbonato de sodio sobre la superficie, restriega con un cepillo suave y luego, pasa la aspiradora. 

 El polvo se mete por las rendijas y no hay quien lo elimine. Bueno, sí lo hay. Primero, aspíralas. Luego, si están barnizadas, puedes vaporizarlas. Y si no, pulverízalas con una mezcla de agua y jabón neutro, esparces la solución con un trapo de microfibras que no se deshilache, ¡y como nuevas!

 Con la luz apagada (y las bombillas frías), llena un pulverizador con una parte de una mezcla de alcohol y amoniaco, y tres partes de agua destilada. Cubre la zona que quede bajo la lámpara y rocíala evitando los cables. Luego, deja secar al aire. Listos.

Cubre el suelo con papel de periódico para que recoja todo el polvo que caerá. Aspira la zona exterior y con un secador insufla aire en sus rendijas para que se suelte el polvo de su interior. Acaba de repasar los "interiores" con un trapo atado con cinta adhesiva a un palo fino y alargado. 

Su polvo pasa desapercibido y eso es un problema porque va acumulándose y cuando te das cuenta, hay un ligero tono gris que cubre las superficies y que no puedes eliminarlo. Solución: envuelve un cepillo largo (o una escoba limpia) en un trapo limpio y pásalo por todas las superficies.

 ¿Por qué? Porque la electricidad estática produce un efecto de imán y la pantalla siempre tiene una película de polvo que puede eliminarse fácilmente con un trapo de algodón empapado en alcohol de quemar. Lo dejas secar al aire y ya lo tienes.