Hace más de diez años, Josetxo Lamy y Luis Nieto decidieron cambiar su vida en San Sebastián para trasladarse a la hermosa zona de la sierra de Béjar, en Salamanca, donde nació Luis. Amantes de los viajes, el arte y la buena vida, tenían en mente encontrar la casa perfecta para crear el hotel perfecto y, por supuesto, en el lugar perfecto. Allí estaba la villa de Candelario, un pueblecito del sureste de Salamanca que tiene la categoría de Patrimonio Histórico-Artístico e integrado por un conjunto de casas de piedra, con callejuelas por las que discurren las regaderas (los canales que llevan el agua fría y cristalina procedente de las nieves de la sierra). Su murmullo constante es una de las características de este lugar hermoso y tranquilo, donde Josexto y Luis encontraron la casa que iba a convertirse en su hotel singular. Se trataba de una antigua fábrica de embutidos, una industria muy importante de esta zona.
Luis recuerda que el edificio (de tres plantas y construido en el siglo XVIII) estaba prácticamente en ruinas, pero, a pesar de todo, quisieron conservar al máximo sus características. Josetxo, reconocido pintor y decorador, fue el encargado, junto con el arquitecto José Luis Antúnez, de orquestar una rehabilitación delicada y súper cuidada. Literalmente, desmontaron la casa y, como en un gigantesco juego de construcción, volvieron a montarla. Se conservaron las tres fachadas de piedra de granito, se recuperó la viguería de castaño, los suelos de barro natural y las puertas de castaño macizo que, en algunos casos, se transformaron en muebles; incluso se reciclaron los grandes clavos de hierro donde se colgaban los embutidos.
El hotel cuenta con ocho habitaciones, cada una decorada con una personalidad propia. Sin embargo, a todas ellas les une algo: los elegantes caballos pintados por Josetxo Lamy. Las siluetas de estos animales (su pasión) aparecen como frescos en las paredes de las zonas comunes o, en las habitaciones, dibujados sobre los retablos de madera en los que se apoyan las camas, a modo cabeceros. “Además de artista, Josetxo era un jinete experto: en su tierra le conocían por sus pinturas de caballos... El detalle de estos cabeceros permite al huésped dormir bajo una obra de arte”, dice Luis. Y el espíritu de Josetxo, tristemente fallecido hace unos meses, sigue vivo gracias a su obra en las luminosas estancias de la Casa de la Sal. Unas estancias que no siempre fueron así: “En estas casas de la sierra, las ventanas eran huecos pequeños para resguardarse del frío. Nosotros quisimos abrirlas y potenciar la luz”, explica Luis.
Tanto en las habitaciones como en las zonas comunes se ha apostado por piezas sobrias: muebles de oficio, espejos, alfombras de fibras naturales y tapicerías en algodones orgánicos. Aquí la tranquilidad es casi una obligación. Además de tener categoría de Posada Real, la Casa de la Sal se incluye en la prestigiosa guía de "Relais de Silencio". Y es que aquí prácticamente solo se escucha el sonido del agua.
Agua y silencio, dos lujos que se complementan con una propuesta gastronómica digna de los mejores gourmets. El desayuno es a base de panes de pueblo y magdalenas enormes (pero tan ricas que siempre se acaban), cafés, zumos, mermeladas naturales y, por supuesto, los embutidos de la zona. Las cenas se sirven por encargo, a partir de un menú, y se elaboran con el mimo y buen gusto que impregna todo el hotel. Un establecimiento que es la materialización de un sueño de dos personas que encontraron su lugar perfecto en el mundo.
Los alrededores del hotel: Candelario y la Sierra de Béjar
Calles de piedra. Considerado uno de los pueblos más bonitos de España, Candelario creció en la ladera de la sierra del mismo nombre. Está formado por un entramado de callejuelas de piedra empinadas, flanqueadas por las típicas casas serranas.
Aguas y fuentes. En la zona abunda el agua, y el pueblo está recorrido por sus conocidas “regaderas” y fuentes, todas con nombre propio.
Rutas a caballo. Desde el hotel se proponen rutas a caballo y en quad, con un servicio de guías, para disfrutar de los parajes únicos de la zona. Un espacio natural privilegiado, declarado reserva de la biosfera por la Unesco bajo el nombre de Sierra de Candelario-Béjar.
Nieve y deporte. Cerca está la estación de esquí de La Covatilla. Además de los deportes de nieve, la zona es ideal para el excursionismo.
Embutidos típicos. Esta es una zona reconocida por sus embutidos, como el jamón (el famoso jamón de Guijuelo procede de esta región, pues el pueblo de Guijuelo se encuentra a unos 40 minutos en coche de Candelario), el lomo, el chorizo y el salchichón ibéricos. También hay quesos artesanos. Irresistible, ¿no?
CASA DE LA SAL
C. de la Fuente de Perales, 1 Candelario.
Tel. 923 41 30 51.
www.casadelasal.com