Prescindir de lo verdaderamente innecesario, compartir algunos productos, repartir de manera equitativa los espacios de almacenaje (en zona común y para cada uno)... Parecen consejos tan lógicos como evidentes, pero ponerlos en práctica no siempre resulta tan sencillo como aparenta. Aquí te damos los trucos, ideas y soluciones concretas para que compartir el baño no sea un problema, sino algo tan simple como natural.
1. Adiós a lo superfluo
En la vida moderna -especialmente en las grandes ciudades- los espacios se han reducido considerablemente y lo que antes era una despensa ahora puede ser el cuarto de la ducha y el lavabo. Si revisamos críticamente todo aquello que acumulamos en cajones y baldas seguramente encontraremos más de una cosa que no necesitamos para nada (por ejemplo, esa barra de labios que nunca hemos usado pero guardamos “por si acaso”). Todo eso irá la bolsa de basura sin contemplaciones.
2. Compartir es vivir
Especialmente en lo que se refiere a la higiene corporal. Descartamos el champú porque cada tipo de cabello necesita un producto específico y ese tema es sagrado pero ¿el gel? Con la variedad que existe en el mercado, será fácil encontrar uno adecuado para dos personas teniendo en cuenta las peculiaridades dermatológicas individuales. La misma lógica se puede aplicar a la pasta de dientes o al líquido de las lentillas. Menos botes, más espacio para no tener que avasallar al otro.
3. Las toallas
Evidentemente no vamos a sugerir la opción de compartir toalla, pero sí la de colgarlas de manera eficiente. Sustituir los clásicos percheros por un colgador de toallas de escalera permite colocarlas de manera más ordenada y reducir el riesgo de que se caigan y acaben en el suelo sin secarse (desatando así la ira de sus dueños). Además, también libera espacio ya que se pueden colocar verticalmente y no una al lado de otra.
4. Turnos
existe una especie de regla no escrita que hace que dos personas con diferentes conceptos de limpieza acaben compartiendo espacio. Una de ellas puede considerar que el baño solo necesita un repaso una vez al mes mientras que la otra abrillanta los azulejos cada dos días. Para evitar que se acaben tirando los trastos a la cabeza lo mejor es encontrar un punto intermedio y establecer turnos de limpieza. Eso sí, habrá que cumplirlos a rajatabla o la histeria volverá al plato de ducha.
5. Compartimentos
El ideal es que cada uno pueda tener su cajón para guardar los peines, las horquillas, las cuchillas y demás objetos propios del baño. Pero si no es así, una solución factible es la de dividirlo en compartimentos de diferentes tamaños en los que cada uno pueda colocar sus cosas de manera ordenada. Utilizar accesorios de colores diferentes también es un básico a recordar aunque parezca obvio. Frases como “¡He encontrado un pelo rubio en mi peine, me lo has cogido!” son más habituales de lo que se puede pensar.
6. Reparto equitativo
Si tú tienes dos cajones, la otra persona tiene que tener el mismo espacio. Quizá en los muebles fijos no se puede conseguir esa igualdad (tres baldas ¿cómo lo hacemos?) pero podemos suplir esa carencia con accesorios externos como un juego de almacenaje colgante ¿El remedio? Escoger uno con cuatro compartimentos, dos para cada uno.

COSAS DE PAREJA
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7. Innovación
Puede decirse que desde su invención las toallas limpias se han almacenado una encima de la otra, pero la nueva gurú del orden Marie Kondo ha revolucionado el mundo con un nuevo sistema. El método KonMari dobla las ropa (incluidas las toallas) en tercios, de manera que estas se mantienen en posición vertical y pueden guardarse en cajas o cajones. Otra opción es enrollarlas para que ocupen menos volumen, una táctica que ya se utilizaba para poder introducir más ropa en la maleta. Este nuevo orden presenta dos ventajas: protege las toallas de la humedad si nuestras estanterías están al descubierto y al ocupar menos podemos aprovechar el hueco para colocar el botiquín o los productos de afeitado.
8. Reserva
Hay pocas cosas que enfaden más en el entorno del baño que encontrar vacío algo que se necesita en ese momento. Véase, por ejemplo, el bote de champú cuando se está en la ducha, la pasta de dientes antes de irse a trabajar o el papel higiénico “en ese instante”. Tener siempre “uno de más” será la regla. Cuando uno de los dos abra el envase de reserva tendrá que comprar otro. Así se evitan problemas de falta de stock. Para almacenar las provisiones se puede dejar libre la parte de abajo del armario del lavabo y ordenar otros objetos más agradables a la vista en una estantería de esquina si la estructura lo permite.