"¡Qué casualidad! ¡Tengo la misma cómoda!". Es probable que este comentario lo hayas oído en más de una ocasión a lo largo de tu vida social. Sobre todo en aquella época en la que las fiestas de inauguración de pisos parecen sucederse al ritmo del juego de La Oca: de piso en piso y así en un bucle endiablado. Y también es probable que en todos los casos pensaras: "tierra trágame, si esto me pasara a mí...".

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Pues bien, tenemos la receta para evitarlo (y no incluye dejar de ver a tus amigos): personaliza la cómoda a tu gusto y conviértela en una pieza única. Y ya pueden venir los colegas a tu casa, ¿que como tu cómoda? Ninguna.