Virginia no sabía cómo decorar su salón y nos pidió ayuda. Reorganizamos los espacios, amueblamos los ambientes y los vestimos con tonos claros y tostados, que crean una atmósfera muy relajante.
Cuando nos mudamos a nuestra nueva casa, mi marido y yo nos sentábamos todas las noches en el sofá pensando cómo distribuir el salón –nos cuenta Virginia–. Hasta que vimos que era una tarea imposible y recurrimos a vosotros para que nos ayudarais”. Y eso fue lo que hicimos.
Primero organizamos el espacio en los dos ambientes básicos. La forma en “L” de la planta nos facilitó separar el estar, situado en torno a la chimenea, del comedor. El problema estaba en la zona junto a las cristaleras ganada al porche, con un inevitable pilar que estuvo a punto de volver locos a Virginia y su marido. “Nos pasábamos horas mirando el rincón donde teníamos los juguetes de los niños preguntándonos: ¿qué vamos a hacer con esa columna? Era como una obsesión”. Pensamos entonces hacer de la necesidad virtud y, aprovechándonos de la ya existente separación, creamos dos áreas que se benefician de la luz de la zona: una de lectura, con un velador de Raffles, y otra de escritorio, con una butaquita de Fronda.
En cuanto a los ambientes principales, los delimitamos con alfombras de Fort Gama y asesoramos a Virginia sobre cómo amueblarlos. Con piezas ligeras de respaldo bajo que no obstaculizaran las vistas al jardín, con muebles que sacaran partido a los laterales de la chimenea y con auxiliares para el comedor. “¡Con lo difícil que parecía y lo sencillo que es ahora!”. Solo faltaba vestir los ventanales. Elegimos unos estores blancos de Pepe Peñalver y unas caídas de Ikea, todo confeccionado por Nuevo Sur.