No queremos recomendarte otro tipo de jardín. Ante el reto del cambio climático y la extinción de los recursos naturales, la jardinería propone sistemas que equilibran el ecosistema y potencian la autosuficiencia de las plantas. Al planificar un jardín con criterios sostenibles se recuperan formas de vida tradicionales del entorno.
El jardín sostenible es aquel que precisa de pocos recursos –agua, aire, abono y tierra- para subsistir. Para ello se recurre a plantas autóctonas o naturalizadas (de otras zonas geográficas pero adaptadas a la nuestra, donde se cultivan desde hace tiempo), plantas que pueden vivir solo –o casi– con el agua de la lluvia o procedente del subsuelo. Cuando sea imprescindible el riego, hazlo al anochecer para aprovechar mejor el agua y evitar que el sol la evapore.
Recurre al abono natural que te proporcionan los distintos tipos de estiércol, el compost y el mantillo para enriquecer la tierra. Asesórate sobre qué nutrientes necesita el suelo de tu jardín y de qué manera puedes sanearlo y equilibrarlo si es demasiado arenoso, pedregoso, arcilloso o limoso.
¡Elabora tu propio abono natural! Es la mejor manera de reciclar todos los residuos del jardín como los restos de poda, las hojas secas y las hierbas que entorpecen el desarrollo de las plantas, así como la materia orgánica que se genera con los restos de la comida.
Si te resulta imprescindible el uso puntual de fertilizantes, puedes encontrar compuestos etiquetados como semibiológicos que son muy ricos en nitrógeno, fósforo y potasio.
También es muy importante que el suelo disponga de un buen drenaje para que el agua circule correctamente sin acumularse y no se pudran las raíces de las plantas.
Lo ideal, además, es que el drenaje incluya un sistema de reutilización del agua.