A la hora de crear ambientes confortables y sanos es importante decidir qué tipo de suelo es el idóneo para cada espacio. ¿Qué criterios seguir para acertar? Básicamente, tres: uno, que el material se adapte al uso de la estancia; dos, que esté libre de riesgos para la salud y el entorno; y tres, que contribuya de alguna manera a potenciar el bienestar.
No todos lo consiguen. Los suelos sintéticos, los que incorporan colas o los que se tratan con barnices con disolventes pueden liberar en el aire compuestos orgánicos volátiles irritantes y sustancias nocivas e incluso cancerígenas como el formaldehído.
Al natural, siempre es mejor
Además de ser el material natural por excelencia, la madera es uno de los mejores aislantes del frío y del calor. Hay que evitar los laminados (llevan colas) en favor de las lamas macizas atornilladas sobre rastreles que pueden dejarse tal cual o tratarse con ceras y aceites naturales inocuos. Para no contribuir a la deforestación de las selvas tropicales es importante elegir maderas locales y a ser posible procedentes de bosques sostenibles (con sello FSC).
Pavimentos de cerámica y de piedra
Mármol, pizarra, gres, porcelanato, arcilla... son buenas opciones desde el punto de vista de la salud. Los beneficios de estos materiales van de la mano de su origen natural. Lo único que hay que tener en cuenta es que las piezas no se hayan tratado con productos químicos para darles algún acabado o color.
El bambú es idóneo si está libre de tóxicos
El bambú no es una madera sino una fibra vegetal muy resistente, adecuada para zonas de mucho uso o casas con niños. Como crece muy rápido, el bambú es sostenible y rentable. Se presenta en forma de paneles laminados, y hay que asegurarse de que no se han barnizado, sino que se han encerado o aceitado, y de que se han fabricado sin recurrir a las colas con formaldehído.

¿QUÉ ES QUÉ?
El ABC de la casa ecológica
El corcho también se puede pisar
Esta materia prima mediterránea y sostenible (se obtiene de las capas externas del tronco de los alcornoques, sin hacer ningún daño a los árboles) sirve para mucho más que para fabricar tablones donde clavar chinchetas. Los suelos de corcho, un material sobre el que no proliferan mohos ni bacterias, muy indicados para personas alérgicas, son aún más blandos y confortables que los de madera.
El regreso del linóleo de verdad
Al vinilo de PVC –plástico– se le ha llamado linóleo, pero existe una versión natural a base de fibras vegetales que se aglomeran con aceite de linaza. Inventado hace 150 años, dejó de utilizarse por el empuje de los materiales sintéticos, pero ha regresado gracias al aprecio actual por lo natural. Desprende un olor agradable y posee propiedades bactericidas. Se puede encontrar en una gran variedad de colores y diseños (los hay con aspecto de madera) y es apto para zonas de mucho uso e incluso húmedas.
Mantenimiento sostenible
- Aceite de olivo para la madera: También sirve el aceite de linaza. Mézclalo con un poco de zumo de limón y aplica con un trapo (puedes envolver el cepillo de la escoba). Funde dos cucharadas de cera de abeja en un litro de agua para obtener un abrillantador eficaz.
- Desinfección sin efectos secundarios: Mezcla dos cucharadas de jabón líquido, dos de bicarbonato y 60 gotas de aceite esencial de árbol de té en 2 litros de agua. Es excelente para eliminar bacterias del suelo en baños y cocinas.
- Limpieza sin productos tóxicos: todos los suelos naturales pueden limpiarse pasando diariamente una mopa acrílica en seco y húmeda una vez a la semana.
- Remedio casero para limpiar las juntas de las baldosas: mezcla de tres partes de agua y una de potasa. Frota las juntas con un cepillo humedecido en la mezcla y seca con un trapo.