Si tienes que reformar la cocina, el suelo es muy importante. Merece la pena tener en cuenta no solo qué tipo de suelo pondrás sino el acabado que tendrá porque dependiendo de este puedes tener una cocina que aguante más o menos tiempo limpia. La suciedad está directamente relacionada con la porosidad del pavimento y la dimensión de las piezas, así pues diríamos que los pavimentos sintéticos continuos como los de linóleo de la casa Armstrong, por ejemplo, serían ideales para cocinas de mucho uso. Si el linóleo resulta demasiado tecnológico, existen los pavimentos continuos de hormigón pulido (Mineraldeco) o microcemento, que combinan de manera fantástica tanto con ambientes clásicos como con modernos, si escogemos bien la textura.
En un segundo grupo encontraríamos los porcelánicos y las maderas barnizadas. En ambos casos se coloca una lámina superficial no porosa sobre el pavimento original que impide que la suciedad traspase al interior, la diferencia entre uno y otro es que el porcelánico tiene juntas y puede acumularse suciedad en ellas, mientras que los parquets barnizados no las tienen. Por último, cualquier pavimento poroso ya sea porcelánico o de piedra natural presentará problemas al absorber las manchas que pudiesen aparecer y será más complicado mantenerlos en perfecto estado.