Ni vintage, ni clásico, ni campestre. Sino un poco de todo pasado por el cedazo del romanticismo. Y es que si bien el estilo shabby chic nace en la época de las grandes casas de campo británicas, esta tendencia apuesta por darle a las piezas de decoración clásicas o antiguas un look más sofisticado (de ahí el calificativo de chic), dulce y femenino. Pero, ¿qué caracteriza este estilo decorativo?
Muebles y materiales: la belleza de la imperfección
Las piezas clásicas, de líneas redondeadas y suaves, no pueden faltar en este estilo decorativo. Butacas tipo bergère, banquetas afrancesadas, mesas de comedor de aire provenzal... Y siempre con acabado desgastado o con las imperfecciones propias del paso de los años. Pero no todo son piezas clásicas, sino que uno de los atractivos de este estilo es la mezcla con muebles actuales, creando decoraciones personales y con mucho encanto. En definitiva, vividas.
En cuanto a los materiales, la madera y el hierro forjado son los dos caballos de batalla del estilo shabby chic. Sobre todo en blanco y acabado envejecido, desgastado o decapado.
Colores y estampados
El blanco es el color estrella, sobre todo en piezas de mobiliario. Pero los colores pastel no pueden faltar en este estilo decorativo, ya sea en textiles o en pequeños complementos. Los candy colors, de naturaleza dulce, suave y femenina, encajan a las mil maravillas con este estilo decorativo de halo romántico.
Y si en la paleta cromática dominan los tonos empolvados, las flores son un must. Ya sea al natural como flor cortada o en elegantes ramos; o estampada en tapicerías, papeles pintados, cojines, alfombras o en vajillas antiguas. Y esto no es casual, ya que como hemos avanzado esta decoración nace en la campiña británica.