Si tu casa ya no te gusta, es hora de hacer cambios para construir la vida que deseas. ¡No haremos obras! Pero decidiremos qué te hace feliz. Pregúntate qué te gusta hacer en casa: ¿Compartir charlas con tus amigos? ¿Comer con la familia en la cocina? ¿Relajarte en tu sofá? Visualiza lo que más te gusta y en función de ello, reorganiza espacios y muebles.
En estancias pequeñas...
Crea amplitud
Cuando la superficie escasea, hay que potenciar las distribuciones abiertas y las circulaciones fluidas. ¿Por qué no eliminar las puertas entre el pasillo y el salón, o crear ventanas interiores entre el comedor y la cocina? Si los ojos viajan de una habitación a otra, ambas estancias se perciben más grandes. Pero hay más. Con vías de paso generosas (80 cm como mínimo), crecen los metros y la comodidad. Y con espejos, si son murales y se ubican frente a las ventanas, doblas la sensación de superficie, la luz natural y, si hay vistas, el paisaje.
Ordena
El lujo es el espacio, y cuanto más despejado, mejor. Eso no significa vivir con pocas cosas, aunque si te desprendes de lo que ya no usas te sentirás más cómoda. Tengas lo que tengas, lo importante es que esté ordenado y a mano, pero fuera de la vista. Con muebles integrados en el espacio (para que sean invisibles), puedes tener un armario para cada cosa, justo donde lo necesitas y con las medidas justas según su contenido. Los muebles exentos, mejor reducirlos al mínimo: pocos y "aéreos", y reinventables para adaptarse a varias situaciones a lo largo del día. ¿Por qué no una mesa de comedor divisible en dos superficies de estudio?
Imprime magia
Crea sensaciones en los rincones con el color y la luz. Además de las lámparas funcionales (para leer, comer o trabajar), diseña puntos de luz indirectos y regulables para modelar atmósferas a la carta variando la intensidad según la hora del día, el humor o las necesidades.