Se acabó llegar chorreando a casa por un chaparrón repentino, pillar un resfriado porque no nos acordamos de donde guardamos las chaquetas antes del verano o sumirse en un bajón post-vacacional. Te explicamos cómo convertir el recibidor en tu aliado perfecto para darle la bienvenida a la nueva estación.
Chubascos ocasionales
¿Nunca sabes qué has hecho con el paraguas y solo te acuerdas de él cuando te estás mojando? No te preocupes, somos legión en un clima poco acostumbrado a las lluvias. Propósito de otoño: encontrarle un sitio a ese accesorio infravalorado y, de paso, darle un nuevo aire a tu recibidor. Un espacio al que a veces prestamos tan poca atención como al paraguas, por otra parte... No lo pospongas más: sal a buscar un paragüero o una pieza que haga las veces y que te permita guardar de forma cómoda todos los paraguas que tengas por casa. Los hay de todos los estilos por lo que esa no va a ser una excusa y, si aún así, no te convence ninguno, siempre puedes optar por un cubo de zinc, un jarrón, un cesto con base... Deja volar tu imaginación.
Ande yo caliente...
Se acabó salir de casa con lo puesto. El otoño es tiempo de cambios y que a mediodía nos tostemos al sol no quiere decir que no vayamos a acabar pasando frío al caer la tarde. Un perchero para tener a mano esa chaqueta comodín es siempre un acierto en la teoría, aunque no siempre en la práctica.
En recibidores pequeños, opta por un modelo de pared –los que incorporan un estante son más versátiles– y procura no saturarlo: adjudica un colgador a cada miembro de la familia y compleméntalo con una zona en un armario próximo. En espacios más amplios, elige un modelo de pie que sirva también como elemento decorativo, como el de la imagen, que evoca los árboles tras la caída de las hojas. O incluso crea tu propio proyecto suspendiendo una rama natural del techo...
Zapatero, a tus zapatos
Caen cuatro gotas y todos soñamos con esas perfectamente organizadas mudrooms de las casas americanas, con su espacio para dejar las botas de agua, los zapatos sucios de barro, el pañuelo, el bolso, las mochilas de los niños... Nuestros recibidores suelen ser bastante más pequeños y hay que echarles algo más de ingenio. ¿Qué tal un banco –los hay muy estrechos– con una balda –o hueco– debajo para dejar los zapatos? Siempre puedes completarlo con un perchero con estante para aprovechar la pared de detrás en toda su altura. O, si echas de menos un lugar donde vaciar los bolsillos, un zapatero de poca profundidad con cajones abatibles que haga las veces de consola... Seguro que si analizas tu recibidor con cierto ojo crítico, encuentras donde crear tu 'zona de vestuario'. ¿Has mirado detrás de la puerta?
Los colores de la estación
Naranjas, ocres y marrones son los tonos que tradicionalmente asociamos al otoño. Introdúcelos en la entrada de casa en pequeñas pinceladas ya que, al tratarse de una estancia pequeña, no conviene saturarla con colores muy intensos. Como marco, mejor tonos más claros y luminosos, aunque igualmente vinculados a la tierra, como el arena, el piedra o los tierras.
Cambio de escenario
Una vez solucionados los aspectos prácticos, es el turno de darle una dosis de otoño a la decoración del recibidor. Dadas sus habitualmente reducidas dimensiones, los elementos murales son perfectos en este espacio, además de económicos y de fácil aplicación. El papel pintado es, sin duda, el recurso estrella: con uno o dos rollos puedes destacar la pared de tu elección o incluso empapelarlo por completo. En cuanto a los diseños, son prácticamente ilimitados y dependerán de tu estilo y gustos decorativos. Aunque ¿por qué no traer un poco de esa naturaleza cambiante al interior con uno de motivos vegetales? Están a la última.
A tus pies
Tanto si eres de las que se descalzan en la entrada como si solo buscas sentirte algo más arropada en casa nada más entrar por la puerta, coloca una alfombra que, aunque no es una sustituta del clásico felpudo, siempre ofrecerá una barrera adicional frente a la suciedad.
Las de fibras vegetales son limpias y se integran en todo tipo de decoraciones por sus colores neutros aunque, si prefieres una más ornamental, decídete por las nuevas alfombras vinílicas: resistentes, lavables incluso con lejía y que repelen tanto el polvo como el pelo de los animales. No olvides colocarlas con una buena base que evite arrugas y resbalones, muy poco adecuados para una cálida bienvenida.
Vísteme con cuadros
Vestir el recibidor no significa solo añadir elementos que sugieran calidez, como madera, velas o algunos textiles en el colgador. Significa también darle personalidad y carácter. Estrena temporada llenando una de sus paredes de arte. Conviértelo en una aventura: ve de tiendas, galerías y encuentra esa pieza que está esperando a que os conozcáis. ¿Y una frase o una ilustración? Lo que tú prefieras. La cuestión es que sientas que ese cuadro en parte habla de ti. Si te suenan nombres como Robert Capa o Richard Avedon entonces seguro que te apasiona la fotografía. Si es así elige fotografías en blanco y negro y crea un collage en una de las paredes del recibidor.
Excursión campestre
El otoño es tiempo de setas, calabazas, piñas... Qué mejor excusa para colocar unos cuantos cestos que puedas utilizar en tus salidas por el campo. El mimbre vuelve a estar de moda, especialmente asociado a elementos artesanales que nos hagan conectar con las tradiciones en un mundo cada vez más acelerado. Y no solo eso, las cestas y cajas son perfectas para mantener ordenadas prendas pequeñas pero necesarias, como pañuelos, guantes, sombreros, etc.
Aromas otoñales
El recibidor es el encargado de dar la primera impresión de nuestro hogar a las visitas y eso incluye otros sentidos aparte de la vista. Ambiéntalo con aromas frescos y no demasiado intensos, que den una bienvenida tranquila a nuestros invitados: naranja, canela o ylang ylang tienen propiedades relajantes pero a gustos, olores.
Los difusores de aroma eléctricos son la mejor opción, ya que esparcen los aceites esenciales de forma continuada sin calentarlos, con lo que no se altera su percepción. Las velas aromáticas, que liberan su olor al encenderse, son una opción perfecta para ocasiones especiales en las que se espera mucha gente en casa y tienen la virtud de aportar una cálida luminosidad en una parte de la casa a menudo interior.
Estas hojas no se caerán
Y si quieres darle una nueva imagen al conjunto, pero no quieres andar moviendo muebles y complicándote con colas y pinceles, siempre puedes recurrir a los vinilos adhesivos –o a la pintura, si eres manitas–. ¿Qué tal unas cuantas hojas cayendo de un estilizado árbol –con la ventaja de que nunca tocarán el suelo? ¿Unos vencejos en vuelo? ¿Una frase que te recuerde que no todo está perdido tras el verano? De nuevo, hay propuestas estándar pero también personalizables, por lo que se adaptan a tus deseos sin necesidad de obras, herramientas y con una total facilidad de renovación.