Cada año, al caer el otoño, los invitados habituales se preguntan cuándo llegará el gran día. Y es que nadie quiere faltar a esta celebración: la Fiesta de la Calabaza. Y por fin todos se reúnen en esta casa que los recibe con las puertas bien abiertas, una calidez ganada a base de guiños naranja y la mesa, claro... Ella es la protagonista, vestida hasta el último detalle.
Vajillas en tonos naturales, piñas, nueces y calabazas repartidas sobre el mantel, velas que crean ambientes mágicos, detalles personalizados para cada invitado... Es una fiesta para todos los sentidos. Y lo mejor, para el final: una tarta de calabaza que abre la veda a la sobremesa, que se adivina interminable, llena de risas y de futuros recuerdos.

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