Te miras esa camiseta que está justo en la base de la pila y te lo piensas tres veces. Recuerdas el rato que perdiste planchándola y plegándola. Calculas sin querer la inversión de tiempo dedicada a ordenar el resto de camisetas y visualizas el desastre. Adivinas como se desmontarán las mangas ahora perfectamente puestas, aunque trates a la pila como la más fina de las porcelanas chinas. ¡Siempre igual!
Cajón gana a balda
Ahora imagínate abriendo un cajón con todas esas camisetas puestas en vertical. Las ves todas perfectamente, eliges una, la sacas y ...(¡tatatachán!) no pasa nada. Todas siguen ahí, tal cual, perfectas. Como en un acto de solidaridad, se sostienen las unas a las otras. Y, además, sin todos los pliegues marcados después de sostener el peso del resto camisetas.
Seguimos con la lista de virtudes. Cuando abres un cajón lo ves todo. Parece una tontería pero la realidad es que en una balda nunca vas a ver la pila de detrás hasta que no quites la primera y después de sufrir las consecuencias de la maniobra...
Y también gana a las perchas
En un cajón cabe mucho más que en una blada y muchísimo más que en una barra con perchas. Piensa que para que la ropa colgada no se arrugue -esa es la principal virtud de las perchas- deben quedar holgadas, sin tocarse. No entraremos en si las camisas quedan mejor colgadas o plegadas porque la discusión daría para un libro, pero piensa que en el espacio de 6 camisas colgadas cabrían 6 cajones de 50 cm de ancho. ¿Te lo imaginas todo lo que cabe allí? Así que, si no te sobra el espacio, cuelga solo las piezas largas y las que realmente sean delicadas.
Y una cosa más a su favor, en los cajones la ropa se mantiene más limpia porque queda mucho más protegida del polvo.
A falta de cajones, buenas son las cajas
El único problema de los cajones es que sus virtudes se acaban allí donde llega tu vista. De nada sirve un cajón situado por encima de tus ojos. Bueno, el presupuesto también puede ser otro gran hándicap. Pero podríamos decir que a falta de cajones, buenas son las cajas. Allí donde no lleguen unos, que se pongan las otras.
Son ideales, claro, para guardar las piezas muy grandes (dentro los edredones no se expanden) y para las pequeñas (que se pierden unas entre las otras dentro de un cajón ). Ah, y para las prendas de fuera de temporada (arriba o abajo del todo del armario).
En vertical y a medida
Pero para que la ley de los cajones funcione, es necesario que te pases al plegado vertical. Calcetines, braguitas, camisetas, toallas... casi todo. En este artículo podrás ver cómo aplicar este sistema famoso difundido por Marie Kondo.
Y también es fundamental que su interior se limite a la medida del contenido. Así las cosas no se moverán, mezclarán ni desordenarán. Hay diferentes sistemas para dividir su interior como viste anteriormente. Y para las piezas más pequeñas podemos usar pequeñas cajas a modo de puzzle dentro de uno de los cajones.