Las correderas son uno de los grandes magos de la decoración. Y es que como si de un encantamiento se tratara, regalan metros reales en casa con su simple instalación. Sí, sí, simple, porque contra lo que podríamos pensar reemplazar una puerta batiente por una de corredera es una reforma muy rápida y sencilla: en un día puedes tenerla instalada, incluso haciendo obra si la quieres empotrada. ¡Chas! Como por arte de magia...
¿Realmente vale la pena?
Sin duda, sobre todo si vives en una casa pequeña. Piensa que por cada puerta corredera, liberas 1,5 m2 de tu casa, un pequeño espacio que puede dar para mucho.
- Más amplitud. Al abrirla, una puerta corredera “desaparece” de la vista uniendo estancias distintas. Si comparten el mismo suelo, el espacio visual se duplica.
- Un detalle clave. Al correr suaves es muy fácil golpearlas al cerrarlas y con ello, dañarlas. Para evitarlo, existen sistemas con efecto amortiguador que por poco dinero garantizan un cierre más seguro.
¿Cuánto me va a costar?
Depende del tipo de puerta que elijas, la medida y el sistema de apertura.
- La más económica. Es la corredera con guías vistas. Una puerta hueca barnizada en color roble de 62,5 x 203 cm con guías y rodamientos superiores cromados cuesta unos 99 € en Leroy Merlin (sin instalación).
- Empotrada. Un armazón para puerta corredera empotrada en tabique de 70 x 200 cm vale desde 200 €. A esto, debes sumar puerta, manilla, embellecedores y mano de obra. En total, desde 800 €.
¿Tengo que hacer obras?
No, si la eliges con guías a la vista. Pero si la prefieres empotrada, sí requerirá algo de obra.
- De fácil instalación. Hoy, sea en tabiques de ladrillo o de Pladur, se utilizan armazones metálicos dentro de los que corre la puerta, que solo requieren un rebozo final para darle el mismo acabado que tiene el resto de la pared.
- Ten en cuenta. Elegir una puerta corredera entre tabiques de obra o de Pladur hará que el grosor total de la pared aumente unos 7 cm.
¿Qué puedo ganar?
- En el salón. Si la puerta es empotrada, ganarás espacio para incluir una librería extra, por ejemplo, o bien un tramo de pared para decorar. También puedes crear un pequeño rincón de trabajo adosado a la pared.
- En la cocina. Cambiando una puerta batiente por una corredera puedes ganar una barra de desayuno para dos personas. Un hueco entre la nevera y la pared o junto a la columna de hornos o un armario de despensa.
- En el baño. Una puerta corredera puede darte espacio, por ejemplo, para una ducha mini (plato de 60 x 60 cm) o para ganar comodidad en el bajolavabo instalando un mueble con cajones totalmente extraíbles.
- En el dormitorio. Con el 1,5 m2 de espacio extra que proporciona una puerta corredera empotrada puedes conseguir un hueco para una cómoda o para un pequeño escritorio, o bien un armario con un cuerpo más.
Empotradas: aprovechan al máximo el espacio de pared
El sistema más habitual en este tipo de puertas es una estructura metálica del ancho del tabique, que se reviste como la pared para igualarla. De una hoja, la tienes de 60 a 120 cm de ancho y de 200 a 210 cm de alto.
- Pros. No desaprovecharás ni un centímetro de pared al abrirla, con lo que ganarás espacio para almacenar o simplemente para decorar.
- Contras. Una puerta corredera empotrada requiere más obra que una vista y es más cara. Por otro lado, si hubiera un problema con el mecanismo, el arreglo resulta más engorroso que una corredera con guías vistas.
Con guías vistas: económicas y rápidas de instalar
Debes tener en cuenta el peso de la hoja porque las guías han de soportarlo, sobre todo si las hojas superan el metro de ancho (puedes poner guías dobles).
- Pros. Tiene un coste menor que empotrar la puerta y la instalación es muy rápida. Además, puedes aprovechar la puerta que ya tenías.
- Contras. No podrás apoyar muebles ni colgar cuadros en la pared sobre la que se desliza la corredera. Y no aísla completamente la estancia: pueden filtrarse olores o ruidos y también perder temperatura.
Sumérgete en nuestra galería e inspírate en las 10 propuestas que hemos seleccionado.