Si a lo largo del día reproduces en tu casa los cambios de intensidad y tonalidad del sol, ganarás confort y salud. Te contamos cómo hacerlo. Ponlo en práctica ¡y comprueba sus beneficios!
¿Por qué necesitamos la luz para vivir?
La luz del sol es básica para mantener el equilibrio de nuestro organismo, tanto a nivel físico como emocional. Los expertos aseguran que necesitamos al menos 20 minutos al día de exposición directa al sol para poder disfrutar de sus beneficios.
Sincroniza y regula el reloj interno en relación con los procesos naturales que funcionan en ciclos, como los circadianos de 24 horas –el día y la noche–. La salud del sistema nervioso, el inmunológico y el endocrino depende en gran medida de la dosis de luz solar.
Informa al cerebro del momento del día en el que estamos, y así se producen las hormonas necesarias, las que activan y despiertan o las que ayudan a conciliar el sueño. Es antidepresiva porque activa las hormonas del bienestar y del buen humor.
Más salud, más vital. La falta de exposición al sol produce tristeza y depresión. Y debilita el sistema inmune.
3 luces al día: ¿cambia el color de la luz?
El espectro solar: El color de la luz del sol cambia a lo largo del día. Siempre tiene todos los colores, como si fuera un arcoiris, pero en cada momento del día hay un color que predomina sobre los otros. Lo ideal sería reproducir estos cambios en la iluminación de la casa.
Al amanecer: La luz de primera hora es más azulada porque en su espectro predominan las frecuencias de los tonos violetas y azules. Estas frecuencias activan al cerebro, despiertan y ponen en marcha.
A mediodía: Predominan las frecuencias del color verde, que tienen un efecto sedante a la vez que aportan energía y seguridad. es el color más fácil de visualizar por el ojo humano.
Al atardecer: Predominan las frecuencias de los tonos rojizos, como la luz de una vela o de una hoguera. Al percibir estos colores, el cerebro "intuye" que ha llegado el momento de relajarse e ir a dormir.
¿Cómo reproduzco el sol en casa?
Con el arco iris completo, como el de la luz solar, el cerebro recibe las frecuencias de todos los colores y puede realizar bien todas sus funciones. Aunque verás una luz blanca, elige las que indican que su IRC (índice de reproducción cromática) es superior al 90%.
La temperatura de color indica si una luz es cálida o fría y se indica en grados Kelvin (°K). Elige las de luz cálida (menos de 3.300°K) para las estancias que uses más al atardecer y por la noche. Las de luz fría (más de 5.000°K) para las zonas de día, hasta mediodía.
Cambiando las bombillas puedes conseguir grandes resultados para tu salud. Para que puedas elegir las más adecuadas para cada espacio de tu casa, te ayudamos a familiarizarte con alguna especificación técnica. Toma nota de cómo distinguirlas.
De bajo consumo. Si se rompen, ventila bien unos 15 min. Contienen mercurio en forma de gas, que es tóxico.
Un tipo de luz para cada actividad
Ayuda a tu cerebro dándole la iluminación que necesita en cada momento.
1. Actívate
en la cocina y el salón
Por la mañana despierta y activa el cerebro con una luminaria de luz fría y azulada (5.500-6.000 °K), es la que mejor imita a la luz del sol de primera hora, y su calidad potencia las hormonas del buen humor. Elige un fluorescente o unos leds. Si las combinas con otras de color más verde (4.000- 5.000°K) estimularán al cerebro a media mañana y mediodía.
Combina con un punto de luz con bombillas más cálidas, para el momento del atardecer y la noche, que te ayudarán a relajar al cerebro. Para leer en el salón, durante el día, si precisas de luz artificial, elige una bombilla como las que te indicamos para estudiar.
2. Concéntrate en la zona de estudio
Para realizar una actividad intelectual opta por lámparas de espectro completo ("full-spectrum"), que son las que mejor reproducen la luz del sol. Las encontrarás en formato fluorescente, halógenas o lámparas compactas de bajo consumo. Intensidad o nivel de iluminación alta, de unos 800 lux; así al cerebro no le resultará cansado realizar tareas o memorizar y asimilará más fácilmente los contenidos. Elígelas sin transformador: no producen campos electromagnéticos.
La ciencia indica que la luz de espectro completo, similar al sol, ayuda a incrementar el aprendizaje de los niños en las escuelas y aumenta el rendimiento laboral.
3. Prepárate para dormir y descansar
Al llegar la noche, la iluminación más saludable es la que permite que el cerebro se prepare para el descanso nocturno y dé las órdenes para que se activen los procesos de reparación y regeneración celular. Para ello, elige lámparas con una temperatura de color de la gama del rojizo de 2.000-3.000°K. Mejor si son de intensidad suave. Recupera las lámparas incandescentes (las bombillas de toda la vida) que te queden todavía en casa. Las halógenas de rosca dan una luz muy favorable.
Evita utilizar el ordenador o la tablet antes de acostarte; la luz azulada que emite "despierta" al cerebro, y luego te costará dormir.
4. Cuídate en el baño y el vestidor
En el baño se precisa una iluminación ambiental de día, de 4.000-5.000°K (si es de bajo consumo o leds, ahorrarás energía). Combínala con otras lámparas de apoyo según la hora del día. En el tocador necesitas una luz con índice de reproducción cromática del 80-85%, para tener una percepción real de cómo queda el maquillaje a plena luz del día. De noche dispón de un interruptor adicional o una lámpara auxiliar con una luz muy suave y cálida de 2.000-3.000°K.
Si hay niños en casa, pon puntos de luz, tipo quita- miedos, de intensidad muy tenue y en color rojizo. Les guiarán de noche hasta el baño y no les desvelarán.
Descifra el código de las bombillas
• Cómo crea la luz. Puede ser con una descarga de gas a baja presión ("l", de low) o a alta presión ("H" de high).
• La potencia de la bombilla en watios (esta tiene 18 watios). Cuantos más watios, más luz y también más consumo eléctrico.
• Reproducción del sol. Añade un cero al número y tendrás el % en que la bombilla reproduce la luz del sol (en este caso, un 90%).
• Calidez o temperatura de color. Añade 2 ceros y sabrás si su luz es cálida (menor de 3.300°K) o fría (superior a 5.000°K).